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Sin piedad, la ciudad de Guadalajara se deja llevar por La Barranca

Por Diego Ramos.

Con Ciudad Piedad, esta es la cuarta ocasión a la que asisto a una presentación de un disco de La Barranca, tres de ellas en la ciudad que los vio nacer, Guadalajara. Hasta el momento ninguna me ha dejado indiferente.

Son más de 15 años de una banda que ha marcado al rock nacional, son multitud de canciones que resuenan en una siempre fiel fauna de seguidores, aguerridos y guerreros; cerveceros y cantadores.

Ciudad Piedad es un tributo a la gran urbe, pero también una cima desde donde Aguilera observa un camino recorrido, una carrera y varios triunfos en una particular biosfera rockera mexicana –jodidamente difícil- y que ha supuesto todo tipo de sonidos, experimentos y discos, que en el fondo guardan cierta distancia entre ellos.

La Barranca presento su más reciente producción en el Teatro Diana de Guadalajara, un teatro a reventar que coreo por tres horas una selección de rolas nuevas aderezadas con sus mejores piezas de antaño. Faltaron o sobraron. Eso ya depende de cada quien.

Muy trajeados ellos, de corbata y unos zapatos muy bien boleados, no hicieron esperar al público y salieron al escenario puntualmente.

Luces, cámara y rock. Mucho e intenso. Acompañados por un ensamble de cuerdas liderado por Mónica del Águila, un bataco prodigo (Navi Naas), un guitarro prometedor (Adolfo Romero) y los dos pilares del proyecto mas trasgresor del rock mexicano, José Manuel Aguilera en la lira y voz y Federico Fong al bajo y piano.

Tres horas dije. Tres horas en las que la música hacia su efecto a la par de la cerveza. Comencé a recordar y esos flashbacks daban pequeñas punzadas a la memoria. “Quémate lento” escribí alguna vez con La Barranca de fondo inspirándome con su ya legendaria rola. “Quémate muy lento”. Risas maquiavélicas, vino tinto y un poema.

Después todo se salió de control; eran perfumes, escenas, momentos, letras y rostros. Una historia muy bien contada con anclajes al presente. Ciudad Piedad es un disco excelentemente estructurado, un paseo por las calles de la realidad mexicana. Ciudad Piedad es este preciso momento.

No sabría decir que rola sonó mejor. Muchas pegaron duro, otras eran de difícil aceptación y cada vez que Aguilera decía “esta rola es nueva”, muchos ingratos osaban levantarse de sus asientos. Imbéciles, recitaba en voz baja. Imbéciles, escribo ahora.

La noche proseguía y dejaba recuerdos memorables. Un set acústico con Fong al piano y José Manuel en la guitarra; ahí mismo sonaba “Akumal” sin bajo y sin arreglos de cuerdas –estaban pero no se escuchaban-. Parecía una maldición maya que conspiraba en contra de los desconcertados que veíamos a Fong gesticular con el bajo en silencio.

En una de esas sale al escenario, con tequila en mano y brindando con Aguilera, Gerardo Enciso, vaca sagrada de voz ronca del rock urbano mexicano. Cantaron “La Rosa” a dúo y la piel se enchinaba. No hay amor sin dolor, no hay rosa sin espinas.

La noche seguía y por ahí hizo su aparición el imprescindible Alfonso André en la batería, el trío que comenzó todo , volvía a las andadas una vez más. El sonido era espectacular y el público, entregado, pedía y pedía rolas.

Nuevamente el concierto dio un giro inesperado; era José Fors -omnipresente del rock tapatío- y sí, ese no era un día común, era un “Día Negro”; el coro y la lluvia que inundo sin piedad a la ciudad, ahogaban los gritos de locura de un Teatro Diana lleno, y un disco que en el fondo es más bien triste.

Después, todo fue calma. Las “Sombras Chinas” ocultaron a la ciudad, imaginaria y real.

Piedad, imploré. Necesito más cerveza.

Un dato curioso para terminar.

Adolfo Romero es guitarrista de una banda llamada Cohete, formada en 2004 y que toca un rock interesante; melódico, pegajoso pero con una buena carga de intensidad.

La agrupación con base en el DF tiene tres producciones discográficas, la última lleva por nombre Estereofónico y salió este 2010.

Escúchalos en su MySpace oficial.

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