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Mis audífonos y el 2013

Por Javier Carrillo (@GoofyPinche).

Práctica común en sitios, blogs y revistas cuando el año se acerca al precipicio, para no quedar fuera me atrevo a exponer aquellos discos que me enchinaron la piel, otros que me sorprendieron, algunos más que me confirmaron muchas otras cosas de sus autores, y los que me derribaron la quijada. Aquí está pues, de manera sucinta y en el género de mis amores, el rock en sus variadas frecuencias, velocidades y estilos, el recuento de álbumes que más sonaron en mis audífonos este 2013.

Alice in Chains, The devil put dinosaurs in here

Maestrazos en las seis cuerdas y adalides del bajón, el cuarteto sorprendió este año con un disco aún mejor que el que marcó su regreso en 2009. Sólidos, con un Duvall más participativo, seguro y suelto, Cantrell encontró en él un buen compinche para sus andanzas depresivas en las volubles guitarra y arrastrada lírica, y sumando el portentoso trabajo del bajista Inez y el impecable beat de Kinney, engendraron un trabajo firme en cada track, una gran obra oscura sin minutos de relleno.

Alice in Chains, The devil put dinosaurs in here

Black Sabbath, 13

Más de algún purista y/o crítico ha mentado como algo malo que lo nuevo del Sabbath suene a lo viejo, «no sorprenden» dijeron. Sin embargo, el trío original, con sus riffs paquidérmicos y mecánica bien aprendida, muestra más rock, esencia y presencia que cientos de bandas que buscan «no estancarse y experimentar». ¿Y qué si algunas canciones remiten a «NIB» o «Planet caravan»? Son Black Sabbath y punto, y en todo caso, al menos no suenan al Never say die!, Born again ni Dehumanizer.

Man’s Gin, Rebellion hymns

Como soy un huevonazo de miedo, lee aquí lo que escribí de este disco.

Carcass, Surgical steel

Aludiendo a la portada y atmósfera que han manejado por mucho tiempo, a más de 17 años sin disco nuevo los ingleses demuestran que mantienen su precisión de cirujano al pergeñar su metal. Aunque más cercano al Heartwork en atmósfera, esta obra contiene cada una de las fieras dentellada que los identifica desde su gestación, incluidos sus nombres de canciones, que siguen rifando, como «A congealed clot of blood» y » Noncompliance to ASTM F 899-12 Standard «.

Carcass, Surgical steel

Primitive Man, Scorn

La rabia se arrastra, va lenta. Dejando un rastro viscoso de desesperación, se desplaza entre una execrable oleada de feedback de frecuencias oscuras, unas que destilan cochambre y van clavando en la mente del hombre los deseos más lóbregos, ominosos y funestos. Con un desafío apabullante en ritmos lentísimos, pero cautivantes, y que de repente aceleran, este trío de Colorado (Estados Unidos) se encargó de poner en las bocinas el sonar de los horrores más primigenios de la Tierra.

Vista Chino, Peace

Como soy un huevonazo de miedo, lee aquí lo que escribí de este disco.

Cathedral, The last spire

La despedida del grupo inglés resultó como fue prácticamente toda su carrera: grandiosa. Inmersos en el doom más puro, retro y recalcitrante, este álbum es un aparador que enseña todos los portentos desplegados en su historial y dicen adiós con su arsenal compuesto por densidad y lentitud, revistiéndolo además con un manto bordado en lo macabro. Sólo en una banda así fueron capaces de convivir de la manera más natural guitarras e instrumentos como mellotron. Un magno epitafio.

cathedral-the-last-spire

Voivod, Target Earth

 Los canadienses han andado varios caminos, los suficientes para saber qué hacen, y en esta ocasión, sin Piggy, su guitarrista original quien sucumbió al cáncer, pero con Chewy como reemplazo y Blacky de regreso en el bajo, se metieron por una ruta más progresiva, con base en su estilo/sonido clásico, a la Dimension hatröss (1988) y Nothingface (1989). Con atmósferas apocalípticas y frenéticos cambios, y sin desmerecer lo que hizo Jasonic en el bajo, es de lo mejor de Voivod en varios años.

Motörhead, Aftershock

Como soy un huevonazo de miedo, lee aquí lo que escribí de este disco.

Church of Misery, Thy Kingdom scum

Estos samuráis de la trilogía fuzz, distorsión y dureza, regresaron en impecable forma y con la katana bien afilada para hacer volar los oídos que se les crucen. Congruentes desde varios frentes, continuaron dedicando odas color sangre a la decadencia de Occidente con sus emisarios de la muerte en serie, con esa fiereza descomunal que los encumbra en cualquier género en el que claven su bandera. Además, su cover de los setenteros Quatermass, «One blind mice», es soberbio.

ChurchofMisery-ThyKingdomScum

Stonefront, Ride beyond

Si Scott Ian puso su disco en lo mejor del año, lo imito nada más porque toco el bajo aquí, y además sí que me gusta este álbum. Pueden descargarlo aquí.

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