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Kaiser Chiefs; habló el lenguaje universal

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Por Oscar Beltrán (@OscarI_Beltran) / Fotos: Notisistema / Publimetro.

Existen un par de mitos alrededor de los conciertos que se presentan en la ciudad de Guadalajara. Mitos que en ocasiones se convierten en una tediosa realidad y que genera en más de uno que afloren los típicos comentarios en contra del público tapatío. El primero es aquel que cuenta que en la perla tapatía la gente es fría, es un público que parece exigente y no llena los recintos en los que se presentan artistas de renombre, el segundo es un tanto contradictorio, pues es aquel que dice que acuden en ocasiones a ver a bandas porque se saben una sola canción o nada más por sentirse parte de una moda.

Y justo el viernes pasado, llegó a la ciudad una banda que pareciera entrar en ambas categorías, pero que se pudo librar de taboos para entregar una velada, que al menos las almas que estuvieron presentes, no podrán olvidar, ni les pasara desapercibida, desde Inglaterra, Kaiser Chiefs, parecía ser un grupo que se amoldaba a esos dos mitos; pareciera que muchos los encasillaron por una sola canción, la de Ruby y más nada, pero el hecho de ser británicos era un buen pretexto para hacer acto de presencia en el Teatro Diana y estar a la moda. Aunque por otra parte, que una banda inglesa que se ha venido abriendo paso en el gusto mundial llegara y no llenara el recinto tapatío, hablaría de esa frialdad que parece ser parte de los jaliscienses.

Un preámbulo a una noche que de entrada no pintaba muy bien, los boletos se pusieron al 2 x 1, baratos y con unos Kaiser, que es bien sabido que les gusta dar todo sobre el escenario. Liderados por un Ricky Wilson, que es un antagonista de lo que suelen ser los llamados rockstars, pues a él eso de ser una diva no se le da y su poder en el escenario lo ha llevado a ofrecer conciertos memorables por su natal Leeds, West Yorkshire, hacía que dudas saltaran sobre lo que iba a pasar aquella noche de viernes, al menos en la parte de las localidades del Teatro.

Poca afluencia de gente había en el Diana cuando eran ya las 21:00 y tocaban los locales, Piratas, que calentaban a pocos seguidores que iban ocupando sobre todo los lugares de la parte de adelante. Casi como sin querer, y con la cerveza fluyendo al cien, la banda de Guanatos capital consiguió animar un poco a los presentes, que poco a poco hicieron que fuera mejorando la entrada, aunque muchos huecos se dejaron ver, parecía ser que la frialdad estaría ahí, implícita, para recibir a los Kaiser.

Se levantó el telón, 1800 almas hicieron olvidar ese mito, gritos enardecidos, saltos por todas partes, manos arriba provocaron que los Kaiser Chiefs tuvieran un calido recibimiento, que de inmediato Ricky, Andrew, Simon, Nick y Vijay retribuyeron a los suyos, invitándolos a corear y levantar las palmas en el aire para empezar una fiesta, con su Indie rock característico, bailable. Pronto sepultaron otro mito, los Kaiser no eran un grupo de una canción, apenas se escucharon los acordes de «Never Mis a Beat», los coros no se hicieron esperar, algo que Ricky, el vocalista agradeció y pronto comenzó con su propio espectáculo, mostrando unos pasos espaciales y haciendo malabares con el micrófono, era un hecho que hubo un clic, un estallido de adrenalina que comenzó a correr desde la primera canción.

El clásico saludo de “¡Hola, Guadalajara!” generó una algarabía, los Kaiser dejaron en claro que a pesar de que no sabían hablar español, ellos tampoco querían hablar en inglés, esa noche se comunicarían a través del lenguaje universal: la música. Y a pesar de que hicieron escala en México para presentar su nuevo material discográfico, el cual es una dura crítica contra el capitalismo, titulado, Education, Education, Education and War, dejaron en claro que los iban a poner a cantar toda la noche, pues estaban sorprendidos de como los presentes coreaban sus canciones. Momento cumbre, apenas en la cuarta canción decidieron tocar «Everyday I Love You Less and Less», todo se salió de control, Ricky también, que sí bien ya se había acercado a los seguidores de hasta adelante, para saludar y tomarse fotos, decidió saltarse las vallas de seguridad y cantar por todo el Diana, lo cual generó que todos los seguidores de los ingleses se amontonaran a su lado, y a pesar de que se tomaba fotos y saludaba y abrazaba a todos, nunca dejó de cantar, mostrando una gran empatia y condición física.

La noche seguía ardiendo, los Kaiser despedazaban el escenario, la acústica era precisa, cada vez los fans brincaban más alto, algunos sentían que sus puños llegarían hasta el cielo, y no perdieron el tiempo, subieron a una agitada seguidora al escenario a cantar junto con él, ella estaba más preocupada porque su celular tomara una foto o grabara, por lo que Ricky mejor se lo quitó y él mismo grabó el recuerdo.

Momento de aventar todo, Modern Way, Ruffians on Parade, para dar paso al descontrol total, I predict a Riot y el himno de los Chiefs, Ruby, nadie quedaba ahora insatisfecho, Ricky acabó subiendo hasta los palcos y bebiendo de la cerveza de los presentes, quería convivir con todos y así lo hizo.

Una hora y veinte minutos después, se despidieron, parecía poco tiempo, pero lo que había pasado en el Diana, era algo que desbordó magia, 16 canciones que no dieron tregua a que nadie se sentara o se perdiera algún movimiento por parte del quinteto inglés, que con canciones de protesta elevó hasta el cielo los gritos de su gente, porque ahí estuvieron presentes los sequitos reales de los Kaiser Chiefs, que dejaron en claro que estos conciertos de bandas internacionales valen la pena, Guadalajara no es tan fría y hay bandas que no son de una sola canción.

Carisma, energía y entrega es lo que los Kaiser dejaron de legado, con la promesa de volver y hacer una segunda parte más que digna. Los pocos o muchos que estuvieron presentes quedaron con una misma idea, no olvidaran que los Kaiser Chiefs les enseñaron que todo el mundo se puede entender bajo el lenguaje de la música, ese que une masas.

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