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Un Mundial de claroscuros

Por: Pablo Vázquez Rivera (@pablovazquezr1).

El Mundial más caro de la historia se extingue como el fuego que ya no tiene vitalidad, y contrario a lo que muchos pensábamos Brasil no tendrá ni siquiera la fiesta de la final y la pelea en el partido 64, por evitar una nueva tragedia futbolera en casa, fue en el duelo 61 en el que Alemania decidió apagar la flama brasileña dentro del campo y encenderla fuera de los estadios, en medio de un clima de protestas, de rechazo y de aceptación histórica por la máxima fiesta del futbol de la que los brasileños son los amos, con cinco títulos del mundo, Brasil ha acogido el Mundial y a sus visitantes, poniendo buena cara a los malos tiempos y aferrándose a su selección como él único argumento válido para que el gobierno amazónico decidiera gastar recursos públicos, y fondos destinados para el desarrollo, en construcción de estadios, y servicios para la fiesta de un mes, es decir, echando al país por la ventana y endeudando a la población en pos del hexacampeonato.

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A pocos meses de las próximas elecciones en Brasil, ni la verdeamarehla ganó el título, ni Dilma Rousseff gane la reelección, su apuesta futbolera falló, Felipao, Neymar, David Luiz, Hulk y compañía no sólo le fallaron al pueblo más futbolero del mundo en su intento de maquillar de alegría su pobreza y rezago, los futbolistas de la canarinha también le fallaron a Dilma, la mejor alumna de Lula Da Silva en el plan de continuismo político en Brasil.

Cuesta trabajo creer que dentro del campo del estadio Mineirao una aplanadora alemana propinara la mayor humillación futbolera a los cariocas, en la historia de los mundiales, sentenciando a Brasil a prolongar más tiempo su ya larga herida de 64 años del Maracanazo y de paso arrebatándole a los cariocas de su última esperanza de grandeza deportiva y estabilidad social, al menos hasta que pasen las elecciones y libren el compromiso de ser anfitriones de los próximos juegos olímpicos en 2016; otro golpe al bolsillo de un país saqueado por FIFA, Dilma y los patrocinadores del Mundial de futbol.

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Dentro del campo el Mundial ha sido irreprochable, salvo por el arbitraje que se ve cada vez más expuesto, fragil y rebasado por un juego cada vez más físico y complejo de regular, esta Copa del Mundo ha tenido muchos goles, la grata revelación futbolera al mundo de Costa Rica, de Argelia, el resurgir de Francia, y un torneo en el que los porteros bien le pueden competir a los delanteros por las mejores postales futboleras de los 64 partidos, para el fin de semana y la coronación del nuevo rey del futbol por los próximos cuatro años, están Argentina y Alemania, mientras los pamperos en casa del odiado rival deportivo buscarán su tercer título en la historia, Alemania peleará por su cuarta corona en Maracaná y por mantener una hegemonía de cuatro mundiales sobre los albicelestes, pues desde la final de Italia 1990, pasando por Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, los argentinos quedan tendidos en el pasto cuando se miden a los teutones.

Messi podría llegar a ser un sucesor de Maradona, conduciendo a la defensiva Argentina al título, Mueller y compañía a demostrar que lo que el Bayern Munich sembró hace unos años, lo está cosechando el seleccionado alemán en este Mundial, como sea el duelo tiene gran historia, las dos finales en 1986 y 1990 con triunfos para argentinos y alemanes respectivamente, un duelo de revancha; mientras que para otros que están condenados a cambiar su historia o seguir siendo promesas vacías, casos de México, Holanda, Uruguay, Italia y España, se esperan mejores tiempos a partir del próximo año.

Pase lo que pase y ya sean albicelestes o germanos quienes levanten el título, el daño a Brasil ya está consumado, la incógnita es saber quien será capaz de frenar a la voraz FIFA que comercia con el juego, realiza negocios a costa de la pobreza y el rezago de las naciones, en franca complicidad con los gobiernos que llevan el circo al pueblo que no tiene pan, si el futbol se juega todo el año y todos los años, es necesario tanto lujo, tanto despilfarro y tanto lenta y económica marginación de los pueblos, cuando el juego une a las naciones y les permite vivir gratos momentos desde un espectáculo deportivo, también roba a las naciones la esperanza a cambio de unas horas de gozo.

Pablo Vázquez Rivera

Comunicador, ciudadano inquieto; cinéfilo, melómano. Conductor de @redpmnoticias y @Los3EnLinea. Escribo en @ElDescafeinado.

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