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La sal de la Tierra: el poder de una imagen

El documental, dirigido por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, narra la trayectoria del fotógrafo brasileño, Sebastião Salgado

¿Qué hay detrás de una imagen? En una sociedad en la que tomarse una selfie es tan común como respirar y el hecho de abrir una cuenta de Instagram automáticamente te convierte en fotógrafo profesional, ¿qué valor podríamos otorgarle a una fotografía? No me malentiendan, con esto no quiero decir que me declaro en contra de las fotografías retocadas con bonitos filtros que se comparten en diferentes redes sociales. Para nada ¿Quién no ha llegado a compartir una fotografía retocada con un bonito filtro en sus redes sociales? Yo no soy la excepción. Sin embargo, no puedo evitar cuestionarme cuál es, en realidad, la razón de ser de una fotografía.

La sal de la Tierra
Fotograma del documental «La sal de la Tierra».

¿Nunca les ha pasado que ven un álbum de fotos familiares y –por más extraño que parezca– sienten como si estuvieran ahí? Una fotografía te permite revivir ciertos momentos (aunque nunca los hayas experimentado tú mismo). Entonces, podríamos afirmar que una fotografía es mucho más que una representación de nuestra realidad, ¿cierto? ¿Es posible que una simple foto nos pueda hacer sentir? Es aquí donde sale a relucir La sal de la tierra (2014), un maravilloso documental dirigido por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado que narra la trayectoria del fotógrafo documental Sebastião Salgado. Lo que comienza como una oda al trabajo de Salgado termina convirtiéndose en una reflexión acerca de aquello que puede llegar a generar una imagen.

Salgado ha fotografiado desde las regiones más recónditas de Sudamérica –Otras Américas (1999)– hasta nuestra situación medioambiental actual –Génesis (2013)–; es mucho más que un fotógrafo, es un explorador. Tiene toda la pinta de aventurero. Como todo buen aventurero, ha recorrido el mundo –cámara en mano– con el fin de fotografiar aquellas imágenes que lo conmovieron. Imágenes que lo hicieron sentir. He ahí lo realmente interesante de Salgado: su obra genera empatía en el espectador.

Al ver una fotografía de su esposa, Lélia, y escuchar cómo describe la imagen, sientes el amor que surge de sus palabras. Al ver una fotografía de las consecuencias de una enfermedad como el cólera y escuchar cómo describe la imagen, sientes el dolor que surge de sus palabras.

En diversas ocasiones han acusado a Salgado de comercializar con la miseria humana, sin embargo, prefiero creer que su obra está completamente guiada por la empatía que él siente hacia la condición humana (esperemos que así sea en realidad). Eso es justo lo que se muestra en La sal de la tierra. En ningún momento se habla sobre sus influencias artísticas, sobre su técnica fotográfica o sobre cuál es su cámara preferida. Estos temas nunca se tocan en el documental porque –al menos en la mente creativa de Wenders– lo trascendental es lo que hay detrás de la imagen. Claro, no podemos negar la importancia de lo visual: La sal de la tierra es un documental estéticamente increíble.  Sin embargo, lo primordial aquí es el poder de una imagen. Lo primordial aquí son los protagonistas de las fotografías de Salgado. Después de todo, ellos son la sal de la tierra.

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Texto: Daniela Loera Solórzano.

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