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Raúl Arévalo, un actor con alma de director rodando con las entrañas

tarde para la ira

‘Tarde para la ira’ de Raúl Arévalo es un thriller sucio, furioso y fresco que cautiva desde los primeros minutos; revelación del cine español que se llevó 4 premios Goya.

En raras ocasiones un realizador ‘novato’ solventa un debut en largometraje con tan claras señales de conocer el oficio, el funcionamiento del pulso narrativo y los tiempos. Vamos, lo que viene a ser azotar los caballos mientras se tiene total control de las riendas de los animales con mano firme, pero invisible.

Decía ‘novato’ entre comillas porque Raúl Arévalo es esa suerte de artesano del cine que absorbe y asimila las influencias de los directores con los que ha trabajado como actor. Hay estilo propio en su propuesta y aun así, ahí están las influencias de los geniales Daniel Calpasorro, Alberto Rodríguez, Iciar Bollain o Daniel Sánchez Arévalo.

Tarde para la ira
La ópera prima de Raúl Arévalo, ‘Tarde para la ira’, obtuvo 4 premios Goya.

‘Tarde para la ira’ ha sido mi sorpresa cinematográfica española del 2016. Esperaba tópicos y clichés pululando por la cinta y la rareza radica ahí precisamente, en la falta de argumentos y recursos gastados. Arévalo coreografía los derroteros y caminos por los que lleva a un atípico protagonista un sentimiento tan infravalorado como es la venganza. Infravalorado y mal retratado en el cine en la mayoría de los casos, como un impulso plano y que sólo pertenece a un estereotipo de personaje concreto del que sólo han sabido salir de ese corsé contados actores bien dirigidos y siempre caminando sobre el filo de la navaja de guiones arriesgados en su forma, tratamiento y desarrollo.

La historia no es nueva, Curro, un delincuente habitual interpretado por Luis Callejo, es encarcelado tras participar en un atraco a una joyería en Madrid. Ocho años más tarde, dispuesto a emprender una nueva vida con su pareja, sale de la cárcel para encontrarse con una inesperada situación y con un extraño, José, el personaje interpretado por Antonio de la Torre. Lo qué si es nuevo es la manera en que Raúl Arévalo enfrenta una trama que, a priori, hemos podido ver en multitud de largometrajes.

El primer acierto de Arévalo es haber contado con un ‘monstruo’ interpretativo, polifacético y creíble como Antonio de la Torre. Si, leyeron bien, un ‘monstruo’ de la interpretación. De La Torre se ha ganado a pulso el calificativo. Trabajador incansable, camaleón adaptado a cada proyecto, ‘cambia pieles’ emocional que domina a la perfección el noble oficio de hacernos creer un personaje con sólo aparecer en pantalla, eso sólo lo hacen los actores grandes y Antonio de la Torre lo es.

Un rosario de secundarios a la altura de las circunstancias completa el crisol de personajes que conforman un collage realista y turbio donde nada es lo que parece. Callejo da la réplica a De La Torre de forma excepcional. Su personaje deambula por la pantalla huyendo de los tópicos más manidos del rol tipo y lo enfrenta, interpretativamente hablando, a Ruth Díaz, más que correcta en el papel de su pareja.

Tarde para la ira raul arevalo
Con casi dos décadas de trabajo como actor, el madrileño Raúl Arévalo dirigió ‘Tarde para la ira’, un thriller «furioso y fresco».

Es una alegría volver a disfrutar del trabajo de Manolo Solo, un secundario de lujo del cine español. Un corredor de fondo, acertado siempre en sus interpretaciones. Un actor con una capacidad de adaptación a los distintos personajes a los que se ha enfrentado al alcance de muy pocos y no es raro, pues en la dilatada carrera de este actor le hemos visto hacer prácticamente de todo y siempre aportando luz, incluso, a las películas más mediocres en las que ha participado. Completan la terna de rostros en pantalla Alicia Rubio, Raúl Jiménez y Font García.

Trama dura, personajes con aristas que casi te cortan la mirada durante el visionado envueltos en una atmósfera que angustia, agobia y te va, poco a poco, desnudando una realidad más allá de lo típico, de lo esperable, sobre todo en el tratamiento de la violencia en pantalla, nada es gratuito y sin embargo hay escenas turbadoras.

Todo ese atrezzo humano, la fotografía de Arnau Valls Colomer, el fantástico guión coescrito por el propio Arévalo y David Pulido, los escenarios de un Madrid de Barrio y lumpen flotan desplazándose, con buen ritmo y pulso narrativo, sobre la música de Lucio Godoy que ya ha demostrado sobradamente su valía con las partituras que compuso para ‘El lápiz del carpintero’ o ‘Los lunes al sol’.

4 Goyas 2017 de 11 nominaciones, mejor película, mejor director novel, mejor actor de reparto y mejor guion original (ha arrasado en los premios Feroz de este año) y el premio a mejor actriz para Ruth Díaz en la sección Orizzonti del Festival de Venecia dicen mucho de la calidad del primer largo de Raúl Arévalo.

Un thriller sucio, furioso y fresco, que cautiva desde los primeros minutos, donde el desasosiego te acompaña en un viaje poco predecible a través del alma humana y las motivaciones más viscerales, y sin embargo calculadas, que pueden apoderarse de la persona más normal del mundo. De cualquier persona con la que uno se puede cruzar por la calle, de usted o de un servidor.

Francamente buena, no se la pierdan.

Texto: Javier Titos García.

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