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El pianista que se negaba a serlo

El director titular de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan, Rodrigo Moncayo, busca hacer entender a los gobiernos y a la ciudadanía que el arte no es lujo ni un ocio, sino una necesidad absoluta.

Rodrigo Moncayo desayuna, come y cena música. Todos los días se levanta y se dirige a la ducha mientras canta e imagina que dirige una orquesta. Su vida se resume en ensayos, un piano y el efecto sonoro que produce una orquesta sinfónica.

Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan
Rodrigo Moncayo, director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan. Foto: Siboney Flores.

A lo lejos se figura un hombre joven y formal, aunque vista mezclilla. De manera impresionante su vestimenta está llena de distintos azules que combinan, trae un reloj en su mano izquierda, es Acuario con ascendente a Virgo y es tan organizado que las monedas de su bolsillo están acomodadas por tamaño.

Es el menor de dos hijos y proviene de una familia melómana, por un lado, su padre fue músico popular durante varios años y su madre es hija del famoso compositor José Pablo Moncayo. Rodrigo sabía que había nacido para la música, pero se lo negaba constantemente. «Me decía a mí mismo no voy a estudiar músico, es que sería tan fácil estudiar relaciones públicas, no sé, relaciones internacionales… porque en el fondo si tenía temor de estudiar música pero ya sabía qué era lo que tenía que hacer».

Rodrigo estudió la licenciatura en piano en la UNAM y un año más tarde decidió hacer audición para el taller de dirección del Sistema Nacional de Fomentación Musical y tras culminar el taller, comenzó a trabajar: «Después de estudiar dirección me puse a trabajar como loco por todas partes. Fui pianista en la UNAM, fui pianista en La Salle, fui pianista acompañante de todos los cantantes y afortunadamente me invitaron a trabajar aquí en Jalisco».

Como músico profesional pero carente de títulos como director de orquesta, jamás imaginó que después de ser director huésped de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan para la inauguración del Teatro Moncayo, sería invitado como director titular. La noticia y el traslado para el capitalino significaron grandes cambios: «Pensé, entonces vas a llegar a un lugar donde no conoces a nadie, vas a llegar a vivir solo y vas a llegar a ser director titular… Sentía que el cuarto se hacía pequeño pero decía pero eso es lo que quieres ¿Eso es por lo que le rogabas al universo? ¿No? ¡Date!»

Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan
El director de orquesta Rodrigo Moncayo en una presentación.

Para Moncayo el haber tomado a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan es el parteaguas en su carrera profesional, dice que «no hay nada que se equipare a la titularidad de una orquesta, hasta que estás ahí». Como pianista y director lo sabe, dirigir una orquesta es complicado porque la relación entre quien lidera y quien toca un instrumento puede ser muy frágil.

«Sí, necesitas características para ser director. Se tiene que tener autodeterminación de que eso es lo que uno quiere hacer. Uno tiene que poder defender ¡Pues esto es lo que yo quiero hacer y no te voy a pedir permiso!». También considera esencial una imagen pulcra, simpatía y el reconocimiento de talento del otro.

Pero Moncayo no solo es precisión, seriedad y constancia. Tiene pasión por el efecto sonoro y acepta lo que conlleva. Acepta realizar trámites burocráticos para las presentaciones, acepta estar cambiando de músicos en la orquesta juvenil y sobre todo acepta a cualquier público. «A mí no me ofende que alguien se quede dormido, a mí no me ofende que alguien esté inquieto y este haciendo ruido… y eso se agradece porque es absolutamente honesto».

Como todo músico, su energía son los aplausos y en algunas ocasiones le parece que el aplauso es tibio. «Sinceramente hay veces que dices ¡Ay me hubiera gustado que aplaudieran más!». Pero otras veces, para Rodrigo es mejor que no aplaudieran. «En ciertos momentos lo que más agradeces es que el público no aplauda. Hay veces en que yo rogaría al cielo que después de ciertas obras nadie dijera ni hiciera nada más que levantarse e irse a su casa».

El pasado 2 de mayo, Rodrigo Moncayo cumplió su primer año como director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan. Ahora, dice, busca hacer entender a los gobiernos y a la ciudadanía que el arte no es lujo ni un ocio, sino una necesidad absoluta. Hoy por hoy está motivado, cree que su orquesta tiene un potencial enorme y que necesita de tiempo para desarrollarlo.

Después del ensayo Moncayo está exhausto, se sube una vez más al escenario del Centro Cultural Constitución y observa detenidamente las sillas, luego las luces, se coloca cerca de la batuta y sonríe. No hay duda, el escenario es para él y la concentración es su mayor virtud. Rodrigo está haciéndose un nombre, hoy por fin deja de ser el nieto de José Pablo para convertirse en Rodrigo Moncayo en un pianista y director de orquesta.

Texto: Siboney Flores.

Redacción

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