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Gerardo Enciso: «Los discos fueron mis únicos maestros de guitarra»

Foto: Gerardo Enciso durante un concierto en Barramericano. Foto: Diego Ramos / El Descafeinado.

Gerardo Enciso trabaja en un libro autobiográfico y un disco con tendencias electrónicas y bailables.

La aguja de la tornamesa había desgastado y maltratado el disco de tanto quitarla y volverla a poner, una y otra vez, por lo menos unas cincuenta veces aquella tarde. Era la misma melodía que no lo cansaba: «Time in a Bottle», del mismo cantautor que tampoco lo hacía perder el interés, al contrario, cada vez se sentía más fascinado con los arreglos de la guitarra y la voz grata y sencilla de Jim Croce.

Gerardo Enciso
Gerardo Enciso. Foto: Facebook oficial de Gerardo Enciso.

Hasta que logró sacarla e interpretarla igualita.

Años después, Gerardo Enciso afirmaría que «¡me costó un chingo aprenderme la introducción!» con su propio instrumento. Aquella guitarra melancólica, entre barroca, nostálgica y esperanzadora que rasgueaba Jim Croce.

Esas fueron sus fundamentales, definitivas y únicas lecciones de guitarra: aprenderse las piezas de sus cantantes favoritos poniéndolas y escuchándolas en su tocadiscos: Jim Croce, Crosby Still and Nash, Bob Dylan. El folk sesentero y setentero grabaría una huella fundamental a lo largo de toda su obra musical durante décadas. Igual que una carretera romana uniría al continente Europeo con Asia, a través de un sendero definitorio y perenne que jamás se borraría desde la antigüedad hasta nuestros días; o del mismo modo que las arterias carótida y aorta, sin las cuales dejaría de funcionar el organismo humano. Así, el folk setentero y el rock clásico se presiente, intuye y olfatea al escuchar el trabajo de Gerardo Enciso, desde sus piezas más orgánicas, únicamente acompañado con su electroacústica, hasta sus materiales mucho más elaborados y trabajados, los cuales lo acercan en la actualidad a lo electrónico.

Pensamos: las piezas de Enciso nunca dejan de estar por completo alejadas de ese folk melancólico con que muchos suspiramos y seguimos lagrimeando al desenterrarlo: Dylan, Donovan, Johnny Mitchell, Crosby Still and Nash, Neil Young, Joan Baez y un largo etcétera. De todos ellos aprendió a arpegiar, arreglar y montar armonías.

Gerardo Enciso
Gerardo Enciso. Foto: Facebook oficial de Gerardo Enciso

Gerardo enciende el Camel casi al mismo tiempo que le arrebata la primera bocanada al cigarrillo y deshilvana con habilidad los recuerdos del archivo polvoso de su memoria. Y prosigue. El primer proyecto musical en colectivo era un trío de guitarras acústicas llamado Baco, emulando ciertamente a Crosby Stills and Nash. Gerardo Enciso es un músico a la vez muy sociable que puede trabajar en colectivo, que un artista solitario, el cual requiere su tiempo para componer a solas. Lo mismo busca foros para presentarse como cantautor con guitarra en mano, sin banda de acompañamiento, que puede aparecer de pronto con todo un combo de amigos músicos.

Mientras se presentaba con Baco en diversos lugares y festivales, aprovechaba espacios de inicios de los ochenta en Guadalajara, como El Kiosco, en donde cantaba y tocaba él solo. Esta alternancia entre lo colectivo y lo solitario sigue presente en su trabajo hasta la fecha.

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Y al igual que Dylan, en algún punto de su desarrollo sintió la necesidad insoportable de mutar de lo acústico a lo eléctrico. Reclutó a un pequeño núcleo de músicos tapatíos virtuosísimos de su entera confianza: Carlos Sánchez, Alejandro López Portillo, Andrés Haro. Uniendo teclados, guitarra, bajo y batería, lo cual daría como resultado una de las bandas más influyentes y memorables en la historia del rock mexicano: El Poder Ejecutivo.

Bob Dylan fue incomprendido en su tiempo debido a esa decisión pero no le importó, Gerardo Enciso ni se lo ha pensado siquiera tampoco.

Influencias

Una infancia tranquila en Guadalajara, en la Colonia Independencia; el séptimo de nueve hijos que pariera un médico culto con su mujer, quien era melómano de amplísimo criterio: desde Brahms hasta Piporro y Javier Solís. La atmósfera musical que respiraba Gerardo Enciso en aquella casa era muy tolerante y muy amplia. Generando un ambiente más que propicio para que emergiera un músico de su naturaleza.

Gerardo dice que así es como él aprende mejor: sin teoría, estudiando de oído las piezas que son de su interés y aferrándose a ellas hasta que las hace suyas. Devorándose y asimilando completos los discos de sus músicos y proyectos favoritos.

Dos de sus hermanos mayores también son músicos.

Desde el folk pero sin abandonarlo del todo, comenzó a estudiar, ahora, el rock progresivo, en esta ocasión improvisando con su electroacústica, mezclando diversas tendencias con sus innegables orígenes. Hay una vuelta con el paso de los años a lo acústico sin lugar a dudas.

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Gerardo Enciso. Foto: Facebook oficial de Gerardo Enciso.

Es así como tras componer una serie de piezas nuevas, reclutar nuevos músicos y conseguir un estudio, inicia la grabación de su legendario: Cuentos del Miedo. En ese transcurso, mientras trabaja sin descanso, por intermediación de José Fors, vende su álbum al sello Discos Culebra.

Llevaba años trabajando en un foro u otro, presentándose en festivales, compartido escenarios con Botellita de Jerez, Rockdrigo González, Cecilia Toussaint, Jaime López, Las Insólitas Imágenes de Aurora. Hacía tiempo que había asumido por completo la identidad del cantautor y el rockero, junto con el compromiso de dedicarse por completo a su carrera.

El contrato con Discos Culebra lo catapulta, comenzó a aparecer hasta en MTV y su música adquirió una proyección mundial. Y aunque a la larga sobrevendría una confrontación inevitable con la disquera, la experiencia del éxito y la fama resultaría muy provechosa para la difusión de su música.

Escenarios

Gerardo es un músico que siempre regresa a Guadalajara para componer y trabajar en ella. Ha vivido e intentado vivir en varios lugares. Un periodo fallido de tres años, gracias al apoyo de Eugenia León y Jaime López, en la Ciudad de México, del cual no pudo más que retornar de nueva cuenta a su Guadalajara natal.

Dice que Guadalajara le gusta mucho para vivir y componer, «debe ser la luz solar (…) aquí brilla de una manera muy especial, muy particular (…)». Guadalajara en los ochenta y noventa tenía uno de los mejores climas de la República Mexicana gracias a la cantidad de árboles que habitaban sus colonias, el Bosque de los Colomos y el de La Primavera, el Lago de Chapala. Todos ellos ya casi son sólo recuerdos, pero aún así muchos artistas eligen seguir viviendo y trabajando en Guadalajara, a pesar de sus muchos problemas.

Algunas bandas y músicos optan por los grandes foros y los escenarios masivos. A pesar de manejarse a la perfección en atmósferas eléctricas y rockeras, Gerardo siempre prefiere también los escenarios íntimos y acogedores, como El Foro del Tejedor en la Ciudad de México o la extinta Puerta 22 en Guadalajara. Le gusta tener la atención absoluta de la gente, que se dejen llevar por su lírica y los acordes de su guitarra. Que no se pierdan por ningún momento de nada. Aquí es donde de nueva cuenta resurge la vena de músico folk y trovador de sus principales influencias sesenteras y setenteras de inicio. Esa alma de trovador más que de músico de grandes masas que siempre lo ha distinguido.

En la actualidad trabaja en la escritura de un libro autobiográfico por encargo de la editorial Rythm and Books, un documental autofinanciado sobre el proceso musical creativo y un nuevo disco con tendencias mucho más electrónicas y bailables, el cual piensa regalar a su público como unas gotas de agua para aliviar la adversidad de los días.

Texto: Adán de Abajo.

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