Por: @DiegoKoprivitza.
Espere en la línea, la estoy atendiendo dije con voz severa a la vendedora que pretendía engatusarme con la compra de un paquete de televisión por cable esta mañana. En los altavoces de mi computadora sonaba «El Infierno» de Aviléz y los Extraños, así que le subí al volumen para dejar el altavoz en espera y pasar a asuntos mucho más relevantes: escribir la recomendación de la banda de Carlos Aviléz para esta columna, sin duda, una de las propuestas más originales del blues mexicano actual. «Dulces dagas», pensé, sólo para colgar el teléfono.
Pareciera que el músico sonorense, Carlos Aviléz, se siente cada vez más cómodo con su proyecto Aviléz y Los Extraños, una banda que se encuentra promocionando Si el infierno existiera, un disco-libro-documental que editó bajo el sello Rythm & Books. Material que ya los llevó a una gira por Argentina a principios de este año y que los hará volar hasta el festival de Latinoamérica en la ciudad de Hamburgo, Alemania, en el mes de septiembre, lo que dará pié a su primera gira europea.
El que también funge como bajista de Cuca, Forseps y Las Horas Muertas, encontró un sonido que fluye con acento norteño y melodías que se entremezclan entre el folclor mexicano y el blues desértico. Su coqueteo con otros géneros como el bolero o la ranchera, hacen de su música toda una oda al tequila cantinero, al desamor y la soledad. La oscuridad está latente en las letras de Aviléz, quién proyecta sus influencias musicales más directas en este proyecto.
Con sombrero y su bajo Fender, el también cantante y escritor, cuenta historias desde el polvoriento México profundo; «Dulces Dagas» o «El Infierno», son sencillos que ahondan en la macabra condición del juego a muerte; las mujer fatal, las cantinas y las carreteras son constantes en su blues a la mexicana, música «que hace género», como asegura el productor del disco, Armando Chong, puesto que no hay exponentes que aborden al folk desde esta perspectiva en la escena actual.
A través de sus 15 temas, el rock hace presencia en pinceladas, precisas y puntuales para resaltar la influencia mexicana. El teclista Christian Jiménez , fue el encargado de darle esas constantes bluseras que finalmente se funden entre la rudeza del bajo, las agrietadas trompetas y una fiel tarola que acompaña hasta en los peores momentos, a lo largo de atmósferas melancólicas y ebrias de pasiones que quedan en el olvido.
«Dulces Dagas»
Es como si José Alfredo Jiménez y Johny Cash hubieran grabado juntos; mientras que los tangos de Gardel y la música norteña, esa que no tiene rostro, se fundieran en un mismo concepto para lograr detalles sonoros que nos dicen que Si el infierno existiera, ya estaríamos brindando en él al son de Aviléz y Los Extraños.
Y como mencionaba al inicio de este texto, Si el infierno existiera, es también un libro que contiene relatos, poemas y dibujos del mismo Aviléz; un diario de 64 páginas presentadas en edición de lujo por la editorial Rythm & Books que recoge los periplos existenciales de su autor. Además, el disco y libro se acompaña del documental titulado “Camino al infierno” realizado por el cineasta defeño Ray Cebada, donde se muestra la realización del mismo proyecto; también incluye el videoclip “El infierno” y tres cortes musicales como material extra.