Esta entrada la hago con mucho gusto después de haber disfrutado de un largometraje que ofrece elementos tan sublimes, tejidos en una trama sencilla y sin pretensiones.
Güeros, filme mexicano del que ya había comentado en un texto anterior, se ha convertido, para mí, en un referente de la Ciudad de México, lleno de espacios tan diversos que no hacen más que enfatizar lo ecléctica que es la capital mexicana.
La energía que lo cubre, se encuentra en momentos tan variados, que a mi parecer le convierte en toda una experiencia sensorial. Resulta impresionante el simple hecho de observarla, porque a cada momento te ofrece, te comparte, te regala. Viene a ser un filme muy generoso. Dentro de su fotografía a blanco y negro devela colores, en momentos, violentos, en otros, tiernos, aprovechando este recurso de una manera muy acertada y que nutre sobremanera momentos específicos.
Los diálogos que ofrece el personaje de Sombra (Tenoch Huerta), resultan ser tan elaborados que bien podrían servir de estandarte para un manifiesto. Sátira al por mayor, filosofía que se entrega al mejor postor y que esté dispuesto a generar criterio propio. El filme indiscutiblemente te induce a la reflexión, reflexionar acerca de las posiciones que decidimos tomar ante eventos que involucran contingencias sociales, porque al fin y al cabo, “no todos le entran”. La antiquísima referencia a la pasividad, quietud junto al movimiento.
Sin duda un trabajo impoluto: el personal en cámara que con movimientos conecta con las emociones del momento de manera intensa; una fotografía e iluminación que ofrece un gran tributo a este recurso que se ha convertido en medio de expresión re-utilizado por los realizadores en los últimos años; un audio que se disfruta y por momentos, necesarios, que busca aturdir al espectador, pero sobre todo impecable; la entrega sin reservas de los actores; y una musicalización con temas seleccionados de manera precisa que enriquecen la experiencia.
Güeros, la gran ganadora de los premios Ariel se reestrena
No era para menos, la película de Alonso Ruizpalacios se convirtió en la gran ganadora de la edición 57 del Ariel con cinco estatuillas en las categorías de Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Fotografía, Mejor Sonido y Ópera Prima.
Su reestreno en las salas comerciales del país, que comenzó el pasado viernes 29 de mayo, es un triunfo para el cine nacional, que este año se vió particularmente sazonado de filmes intensos y de producciones de altísima calidad, a pesar de la profunda crisis a la que se ha visto sujeta la industria nacional y que Blanca Guerra, presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, manifestó durante la ceremonia del Ariel con un llamado al presidente Enrique Peña para que defienda al cine mexicano.
Jesús Sebastián