Sin ser innovador, el documental Janis: Little Girl Blue muestra una cara sensible y divertida de la mítica rockera.
¿Los documentales sobre estrellas de la música (o ‘rockumentaries’) se están haciendo cada vez más populares, sólo recordemos la increíble ‘What happened Miss Simone?’ Y el ganador del óscar ‘Amy’, ambos estrenados el 2015. ¿Qué hace que este tipo de obras sea tan vistoso? Simple, cuentan con todas las piezas necesarias para llamar la atención del espectador: personajes excéntricos que nos cuentan su vida excéntrica, testimonios, uno que otro secreto oscuro, nostalgia, decadencia y, sobre todo, música. No es difícil que la gente conecte con este tipo de historias, sobre todo si fueron personajes que marcaron generaciones enteras, épocas e incluso se volvieron iconos de la música en general.
Remontémonos entonces a los sesenta y recordemos aquella alma escandalosa de la época groovy, Janis Joplin. La directora Amy Berg (‘Líbranos del mal’, ‘Secreto a voces’) se encarga de llevar a la pantalla toda la psicodelia de quien fuera la imagen del rock and roll femenino.
En Janis: Little Girl Blue (Janis: la chica de azul), no se nos presenta nada nuevo, es decir, tenemos al típico personaje artista incomprendido, que sufre irremediablemente y que su única escapatoria es la música. No desprestigio a la artista que, sin duda, sufrió y se convirtió en leyenda; incluso la temática no tiene nada de malo, sin embargo, pienso que el error del documental está justo en cómo está contado, la directora no quiso arriesgarse y nos muestra una película lineal. Los sucesos (vistos a través de material de archivo y entrevistas a diferentes allegados de la artista) son contados de manera cronológica mientras escuchamos la voz de la cantante Cat Power que nos lee cartas que Janis enviaba a su familia. Es una estructura tradicional que llegaría a ser tediosa o aburrida de no ser por los momentos musicales donde la voz de Janis nos obliga a estar atentos.
También se siente muy difuso el hilo narrativo, pues teniendo temas tan fuertes como el abuso de drogas, que significó un obstáculo muy grande en su carrera es un tema que se toca por encima y pierde relevancia; así como las relaciones con su familia, sus diversos amantes o incluso su música o su proceso creativo, a todo parece querer darle su lugar y nada termina teniéndolo.
Lo que al final termina ayudándola es definitivamente el lado ‘cursi’ de la historia, pues cómo no lograr empatía con un ser que al estar en el escenario sólo transmite alegría y adrenalina. Llevó una vida de altibajos, excesos, corazones rotos y mucha música, pero siempre estuvo llena de carisma y humor, cosa que sí vemos en pantalla y no podemos evitar sonreír cuando ella lo hace.
Es una película recomendable para aquellos amantes de la época hippie o que son fanáticos de Janis y que la quieran recordar como lo que fue, una leyenda el rock.
Janis: Little Girl Blue se estrenará en México el 12 de agosto y se mantendrá en las salas de Cinépolis hasta el 18.
Texto: Abraham Mercado.