El sexto filme de Xavier Dolan es un instintivo ensayo cinematográfico que demuestra que el lenguaje visual no ha sido explorado del todo.
‘Sólo es el fin del mundo’ es el sexto filme dirigido y escrito por el quebequense Xavier Dolan, en donde figuran Marion Cotillard, Vincent Cassel, Gaspard Ulliel, Léa Seydoux y Nathalie Baye en su reparto.
Una historia visual, intimista, que muestra el viaje interno que su protagonista vive al visitar su familia después de un largo periodo sin convivir personalmente con ellos, esto con la intención de realizarles una confesión trascendental.
La tensión que maneja el filme por mantener al espectador fuera de sincronía con el personaje es irritante y fascinante, pues deja en claro que la toma de decisiones no se enfocará en brindarnos satisfacción o ese final ‘bonito’ que todos buscan. Es sin duda, y lo deja claro, la independencia o la dependencia uno de los elementos que reinarán y tomarán las riendas en este crucero encabezado por nuestro guía omnipresente: el silencio.
Xavier Dolan ha recorrido distintos pasajes en cada uno de los seis filmes que ha liderado, los cuales conforman una pirámide, que, como toda construcción, requiere de una base, un sustento, porque en cada uno de ellos podemos reconocer la evolución de su trabajo en la realización cinematográfica desde su debut en 1994.
Aunque no es fundamental darse a la tarea de repasar los trabajos que anteceden a ‘Sólo es el fin del mundo’, esa revisión hará que disfrutes las referencias inmersas en los diferentes recovecos de esta película, por cierto, ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes en 2016.
Realizando una lectura sobre cómo ha sido el desarrollo de Dolan en su carrera, es importante destacar su afición al arte en sus distintas representaciones, por ejemplo, lo significativa que fue la película de ‘Titanic’ como inspiración.
De espíritu autodidacta, el cineasta canadiense de 27 años se mantiene lejos de un trabajo basado en alguna técnica o tendencia, el instinto en el suyo, algo que se convierte en una pieza importante dentro de sus producciones.
Dentro de varias de las secuencias que Xavier Dolan Tadros nos regala en este filme, quiero hacer un particular espacio para resaltar la maravillosa secuencia en la que Marion Cotillard y Gaspard Ullielson son partícipes de una comunicación sólo por miradas; una danza, plano por plano, que sólo la imagen puede capturar, me conmovió porque la mirada fue respetada y tratada como un conducto de honestidad.
El trabajo actoral es ejecutado con precisión, lo que evidencia un trabajo minucioso. Dolan ha declarado en varias ocasiones que su trabajo en la dirección va más allá de restringirse a ordenar, sino que su labor consiste en actuar a la par de los actores, permitiéndole moldear a los personajes dada su cercanía con ellos.
Xavier es sin duda detallado, casi artesanal, porque hablar a través del silencio no es fácil.
La lectura de ‘Sólo es el fin del mundo’ es muy evidente, a pesar de ser una de sus películas con más diálogos, esta característica sirve para demostrar la incapacidad de los personajes de concretar, por momentos, una oración y en otros casos recurrir a la violencia para poder expresarse, lo que sirve como un deshago, no como una manifestación fiel de lo que se desea expresar o decir. El filme es una reflexión al silencio, al callar. Esta delicada narración permite que las imágenes tengan el impacto que merecen.
Es cierto que incluso durante un discurso, el silencio puede estar presente, es cierto que el no emitir palabra alguna puede estar presente en oraciones, es cierto que las miradas hablan, y también es cierto que el lenguaje visual no ha sido del todo explorado, y Xavier Dolan lo ha dejado de manifiesto en su película.
Texto: Jesús Sebastián.