Nosotros los nobles se convirtió en la cinta mexicana más taquillera de México.
La noticia se confirmaría después de este fin de semana, para este momento ya todos saben que la opera prima de Gary Alazraki, Nosotros los nobles, se convirtió en la cinta mexicana más taquillera de su propio país, dejando atrás a los $162 millones que acumuló El Crimen del Padre Amaro hace una década con la humilde cantidad de $165,316,866.
Hay quienes festejan y muchos otros se indignan. Los que celebran remarcan que es una película sin grandes pretensiones, que retrata una versión diferente de la realidad mexicana, no más narcos y «Cochilocos» ni «Chucho» Ochoa, que le habla por fin al sector clase mediero del país y que las actuaciones están tan correctas que enmarcan fabulosamente el regreso de Gonzalo Vega al cine.
Los de la otra esquina se indignan por la baja calidad de la película, acusan a la dirección pobre de Alazraki de no profundizar en los personajes para hacerlos memorables, que hace de una historia con una buena premisa una lección moralista chafa y que el lenguaje audiovisual de las telenovelas sigue siendo la principal forma de hacer cine en México.
A muchos les duele que cineastas de tan poco talento puedan hacer una película y que encima de todo eso sea exitosa. Yo no dudo que Nosotros los Nobles falle y mucho, detesto incluso las críticas que mencionan que como comedia cumple: Silver Linings Palybook es una comedia y es una buena película.
Pero lo que en realidad noto de todo esto es que a los mexicanos nos sigue enojando que el escupitajo continúe cayéndonos en la cara. Sigue doliendo que nos preceda la poca calidad y exigencia del espectador promedio, y que a pesar de que hay mucha gente culta, inteligente y demás palabras que se usan también para segregar, lo populachero, simple y barato siga siendo éxito.
Hay muchos buenos artistas por ahí que con su cine, y otras obras artísticas nos harían pensar y nos pasarían a la pose intelectual, pero México todavía no es así, y dudo que el mundo en general lo sea.
Tampoco puedo abrazar la posibilidad, de los optimistas, que se abre con una película mexicana taquillera y que es la de mayor apertura a las salas de exhibición. Eso está muy lejos de suceder, por más que Cinépolis, el «Capitolio del Cine», nos quiera hacer creer en un mundo maravilloso en el que sucede lo contrario. 13.4 millones de dólares cada 10 años contra 25 millones que le deja cualquier bodrio gringo en taquilla al menos una vez al mes es poner a David sin piedras contra siete Goliats con zapatillas de aguja.
¿Cuál es el verdadero problema del cine en México? No lo sé, tal vez alguien haga una película sobre ello.
Lo que sí les recomiendo es que vayan al cine, y recuerden que tienen la libertad de escoger la película que quieren ver.
Texto: Asley Solís.