Por: Bárbara Gama / Foto: Rodolfo Ibañez.
El pasado sábado 3 de agosto, el público tapatío tuvo la oportunidad de presenciar las extravagancias musicales de Carlos Ann. Alrededor de las 21 horas dio inicio el concierto del barcelonés acompañado de sus músicos: una guitarra eléctrica, percusiones y tornamesa. Así, el Barramericano tuvo un lleno casi total de afectos seguidores.
Resulta un tanto complicado clasificar las composiciones musicales de Carlos Ann. Su producción discográfica se caracteriza por contener géneros diversos, todos y ninguno a la vez. De tal manera se le pueden notar estilos varios como el rock, a veces con un poco de breackbeat, otras con un contundente folk, otras tantas en composiciones cuya única base es un dueto de guitarras, y últimamente se le escucha coqueteando más que de costumbre con ritmos electrónicos. La trayectoria de Ann, comprende más de una colaboración con músicos de la talla de Nacho Vegas, Adanowsky, San Pascualito Rey y su habitual colega, Bunbury. Es integrante de proyectos como Santa N –con Mariona Aupi-, o Bushido, en el que participa junto con Shuarma, Bunbury y otros tantos. Cabe destacar también, su participación en tributos como el que se hizo en honor al oscuro poeta madrileño Leopoldo María Panero o a nuestro propio José Alfredo Jiménez.
Por todo lo anterior y mucho más que sería imposible enumerar en una simple cuartilla, la presencia de Ann en Barramericano el pasado sábado, fue un eclecticismo musical del que, baste decir, todo el publico conocía y coreaba nota a nota. Aunque la tendencia de la noche recayó en la muestra del nuevo material Agatsu -también nombre de su gira por el país-, del que se desprende el nuevo sencillo “Erotiko”, el cantautor y también poeta deleitó las peticiones de los más afectos fanáticos, quienes a grito abierto pedían “Hoy me dejaré”, “Hada” y “L’amour”. El concierto tuvo un área para público general, pero también se adapto un selecto espacio para asistentes al estilo VIP, más cercanos al escenario y favorecidos con la cercanía al músico.
A lo largo de la jornada, Carlos Ann cantó y bailó con su peculiar estilo cabaretero, oscilante entre una teatral sensualidad y el burlesque, siempre aplaudido por sus seguidores En algún momento de la noche, Ann sacó una playera de la Selección Mexicana con su nombre inscrito y el número uno, lo que le ganó aún mayor exaltación de los asistentes; la playera le acompañó en el escenario durante el resto del espectáculo. Tres veces se retiró del escenario y tres veces el público clamaba su regreso. Hacia la media noche su retirada fue definitiva, no sin antes despedirse afectuosamente y manifestar su regocijo por estar de nuevo en territorio mexicano.
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