Por: Pablo Vázquez (@pablovazquezr1).
Soñar con algo más que un Mundial de cuatro partidos, ha sido la prinicipal ilusión de futbolistas y aficionados en la historia reciente de las Copas del Mundo, desde México 1986 cuando el Tricolor fue anfitrión en casa, no se juega un partido de cuartos de final, es decir no se logra estar entre los ocho primeros combinados del mundo, de aquella Copa del Mundo a la fecha, el futbol nacional ha logrado dos títulos mundiales en el Sub 17, dos sub campeonatos en la Copa América (1993-2001), una medalla de oro en Londres 2012, y octavos de final en los campeonatos de 1994, 1998, 2002, 2006 y 2010.
Pese a estos antecedentes y a que se sufrío muchísimo para avanzar a los Mundiales Corea-Japón 2002, Sudáfrica 2010 y este último Brasil 2014 vía reclasificación continental, como si la historia no tuviera el suficiente peso, de quienes hemos sido y a qué podemos aspirar, en el abanderamiento presidencial a la selección, el primer mandatario mexicano Enrique Peña Nieto y el entrenador de la selección nacional Miguel Herrera, enviaron a la afición y pueblo mexicano, un mensaje que más bien se acerca a promesas de campaña de políticos previo a una elección, que a un panorama realista de lo que será el Mundial de futbol.
Es cierto que en México la selección es un elemento de cohesión social, mismo que nos hace pensar en mejores tiempos en la cancha y que al menos por 90 minutos suelen ayudar a aliviar los malestares sociales, nadie desea que a nuestra selección le vaya mal, al contrario nos gustaría que el futbol pague con buenos resultados y de entrada un Quinto Partido, su deuda con la afición mexicana, esa que es fiel y que sin importar la circunstancia se pone la verde.
Sin embargo con el equipo con menos tiempo de preparación en la historia de los últimos cinco Mundiales, siendo el cuadro que más sufrió para llegar al Mundial de las últimas décadas y con un grupo de futbolistas jóvenes muy destacados y campeones en la Liga Mexicana con el León, y la legión extranjera en la que Giovani Dos Santos, es el mejor embajador, el técnico nacional y el presidente de la República, se atreven a convertir su deseo de aficionados, en un decreto de triunfo para México, triunfo con pocos argumentos deportivos y basados en sus figuras, como presidente y como entrenador nacional, y su fe, como si el deporte de alto rendimiento se tratara de un tema en el que sólo creer fuera suficiente.
Desde que veo Mundiales en 1990, el de Italia, me he acostumbrado a escuchar apellidos lejanos, extranjeros, con rostros que no me son familiares a la gente con la que convivo día a día, eso me ha remitido a pensar y conocer que las grandes figuras no sólo no juegan en México, sino que ni siquiera están vestidos de verde en los Mundiales, el último gran héroe mexicano en las Copas Mundiales se llama Cuauhtémoc Blanco, hombre de 41 años que ya dijo adiós al Tri, y por supuesto el gran Luis Matador Hernández, futbolista carismático y de gran habilidad que ostenta el récord de más goles para un mexicano en la misma Copa Mundial, la de Francia 1998 , fuera de ellos la ilusión se diluye y se ve lejana, como los apellidos de la gente más destacada desde 1990, (Maradona), 1994 (Roamrio), 1998 (Zidane), 2002 (Ronaldo), 2006 (Cannavaro) y 2010 (Iniesta).
Si bien es cierto la mentalidad del futbol mexicano ha cambiado y se han logrado buenos resultados, mismos que nos ayudan a reforzar nuestro apoyo colectivo al Tri, el futbol al igual que el país, está sumido en serios problemas de organización, en un estancamiento serio, y ni un discurso optimista sobre quinto partido y hasta pelear por un Mundial, como el que dice que el país está creciendo y que va por buen rumbo, pueden cambiar en 90 minutos o en 90 días el antecedente inmediato de un país o de una selección y su futuro.
Disfrutemos el Mundial y también estemos pendientes de las Reformas estructurales del país, que se darán justo en los mismos días de competencia deportiva, que ambas producen sentimientos intensos en cada uno de nosotros, ojalá que en la cancha no sean de desilusión, de las reformas, pues, a sacar la calculadora para ajustar los ingresos que ahí siempre se produce desánimo y preocupación de más allá de 90 minutos.