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Por siempre, Young

‘A letter home’ es un un disco más en donde Neil Young gira de nuevo la esquina para sorprender de grata manera.

Este señor es todo un caso. Mientras por un lado se gasta millones de dólares en desarrollar Pono, el sistema con el que busca darle en la madre al mp3, que dice es el mal contemporáneo en el audio, para rescatar a la música y ser escuchada en lo que alega es la verdadera calidad de grabación, el sempiterno Neil Percival Young viene y se saca de la texana un compendio de covers acústicos y rústicos hasta la médula en su espíritu lo-fi.

De Pono ya se ha mencionado bastante, y se hablará más cuando sea lanzado en el transcurso del año. Lo emocionantemente bello en este asunto, es esa cualidad para moverse en los terrenos más inesperados y que a pesar de las apariencias, tiene sus bases en la congruencia. Sencillamente, Neil Young ama a la música, y viceversa.

Neil_Young_A_Letter_Home_

Como ha demostrado a lo largo de toda una vida, el canadiense se siente cómodo tanto en solitario como arropado por su legendaria banda Crazy Horse, así como en los dominios de la electricidad tanto como el formato acústico. Sabedor mejor que nadie de que los extremos son puntas de una misma cosa, tuvo la talentosa habilidad de editar hace cuatro años un gran álbum erigido en su mayoría con la distorsión al frente, con base en su pura guitarra y voz, y ahora en un movimiento que parece contrarrestar esa ansia de la energía en las seis cuerdas se dirige hasta el otro lado de esa dinámica ―por así decirlo―, con el campiranamente vintage A letter home.

Después de ‘Americana’ (2012), otro disco de covers tradicionales y de músicos como Billy Edd Wheeler y Woody Guthrie, para su más reciente entrega no se metió al estudio precisamente, sino en una cabina Voice-O-Graph de 1947, propiedad de Jack White y que tiene en su estudio de Third Man Records en Tennessee, para registrar uno de los disc  más íntimos y honestos en su esencia, no sólo de Young, sino que casi podría argüirse que de lo que llevamos del siglo 21. Por todo lo que lo envuelve, ‘A letter home’ suena como una misiva sónica al más allá. Comienza con una llamada a su fallecida madre platicándole lo que están haciendo él y Jack, le comenta las cosas del mundo actual, la invita a hablar con el padre de Neil Young, y a partir de ahí, se arranca con un rosario de temas añejos en una manera capaz de hacer brincar los resortes de la emoción en una piedra.

Ayudado enormemente por la estrategia del peculiar sonido que le confirió el grabar en esa cabina, con sólo un micrófono y en mono, entre scratches y lo que ahora podría calificarse como deficiencias de audio se entrega sin miramientos a la esencia del folk y el country, con los nombres de Bob Dylan, Willie Nelson, Bert Jansch, su compatriota Gordon Lightfoot, Tim Hardin, Ivory Joe Hunter, The Everly Brothers y hasta Bruce Springsteen, brincado por aquí y por allá. Esa virtud de sonar a viejo, armado sólo con su guitarra, ocasional armónica y voz, envuelve al disco en un aura de nostalgia y pureza de alma, pero también es el innegable talento de Young lo que hace que ‘A letter home’ trabaje casi de manera impecable, pues si bien tiene un par de cortes en donde no alcanza el nivel de otras interpretaciones, las bien logradas son belleza pura, caricias para el corazón aunque regularmente la temática tiende a ser trágica: muertes por sobredosis, desamores, envejecer. Nada ajeno a él en una larga, muy larga trayectoria, y por eso le calzan de manera exacta, y también por eso las ejecuta así.

Neil Young
Neil YOubg durante la grabación del disco.

Evitando en su mayoría los “hits” de los repertorios en sus honrados (quizá con excepción de “If you could read my mind”, de Lightfoot), estas joyas cargan con la emoción a golpe de cuerdas, teclas y voz, como en “Girl from the North Country”, de Dylan, con el pesar en “Needle of death”, de Jansch, con una sollozante armónica en “Since I met you baby”, de Hunter, y con la nostalgia que se cierne sobre “Crazy”, de Nelson. Pero además, contiene un par de hermosos duetos en donde se le une en piano y voz el propio Jack White, en “On the road again”, así como uno de los mejores tributos en mucho tiempo a The Everly Brothers con “I wonder if I care as much”.

La publicación original fue de apenas unas copias limitadas en vinilo en abril de 2013 con motivo del Record Store Day, pero Reprise lo publicó a finales de mayo pasado en varios formatos (ediciones en acetato y CD, las obligadas descargas, más una de lujo). Pero sabedor también de que los errores hacen más humanas las empresas, dejó pasar los pocos desajustes que contiene ‘A letter home’ para imprimir con más fuerza esa deleitable sensación de escucharse en una victrola. Es un disco más en donde Neil Young gira de nuevo la esquina para sorprender de grata manera, pero sin salirse del carril, pues a fin de cuentas, con esta nueva aventura el legendario Neil Young no regresó a sus raíces, simplemente porque nunca ha salido de ellas.

Texto: Javier Carrillo.

Redacción

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