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Medio Mundial Brasil 2014; en 140 caracteres

Por: Pablo Vázquez Rivera (@pablovazquezr1).

Hemos llegado a la mitad del camino en el Mundial de Brasil 2014, este lunes se jugaron los partidos 33, 34, 35 y 36 de los 64 que comprende una Copa Mundial de futbol, y como nunca las redes sociales han sido actores fundamentales, casi como los jugadores en el terreno de juego, muy complicado imaginar hace unos años para la FIFA y cualquier aficionado, que se podría documentar en tiempo real, lo mismo goles, manifestaciones, protestas, mujeres guapas en la tribuna, hombres apuestos dentro y fuera del campo, desde las propias sedes, o la sala de tv de la casa, o bien plazas públicas, o centros escolares y de trabajo, para contar lo que ocurre alrededor de los partidos y las experiencias personales del viaje, o del accionar deportivo.

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En tiempos en los que la participación en las redes sociales, lleva al aficionado a una experiencia de vinculación con el evento deportivo, casi de protagonista, nos ofrece muchas reflexiones, después de los Juegos Olímpicos en magnitud, pero más grande que estos, por su impacto mundial, la denuncia, el compartimiento y la interacción, le ha dado un sabor especial al Mundial, el más caro de la historia y quizá también el más polémico de la misma, debido a que como nunca y en el pueblo quizá más pasional por el futbol, se cuestiona ser país sede de este gran evento.

Las imágenes de una nación en llamas, molesta por ser sedes del Mundial, el color dentro de los estadios, el tema de un grito tan coloquial y tan ambiguo como»Puuuuto», dentro de un estadio que sonrojó a la FIFA, pero que no le hizo reflexionar al órgano rector del futbol, que el próximo campeonato será en una tierra en la que la homofobia reina, en que las imágenes de muerte y descontento social, están por encima del negocio, que representa la pasión de 32 equipos en una nación, luchando por el título del mundo.

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Impresiona ver a los mexicanos quienes gastan 250 mil pesos promedio por ver entre tres y cuatro partidos de la selección nacional, en un país donde las oportunidades de pagar un crédito de 36 y 48 meses, son inversamente proporcionales a la emoción de 360 minutos de juego y 20 días de aventura, a la par las plazas públicas que se desbordan por la emoción que sustituye a las grandes amarguras de la vida cotidiana, como parte de la fiesta y del marco mundialista, que son retratadas de lo informativo, y de lo inverosímil de las cuentas de quienes las están viviendo.

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Un Mundial que en lo deportivo no ha defraudado, que ha ofrecido emociones, pero que sin dudas tiene el sello de que por decreto, social, presidencial, y organizacional para FIFA y el gobierno brasileño, lo deben ganar los cariocas, de lo contrario el descontento social, la violencia y la furia del Maracanazo de 1950, con problemas complejos económicos del 2014, con la desigualdad que impregna al país sudamericano, en donde también se festejan goles en las favelas, donde también el futbol es motivo de fiesta, pero que se ha convertido en oposición, en castigo y sufrimiento, porque cada gol brasileño, tiene un costo en sus habitantes.

Para nosotros como mexicanos, ver a un compatriota prácticamente morir de una forma estúpida, ahogado, tras tirarse al mar desde el crucero en el que se dirigia a una sede mundialista, ver a las cadenas de televisión internacional en su mayoría, contar sólo el mundial deportivo y olvidar el fenómeno social que representa, disfrazarlo con las curvas de sus modelos entre lo diminuto de sus ropas y con más show, previo al verdadero espectáculo que es el del terreno de juego, hoy nos tiene como desde 1994, a la espera de avanzar a los cuartos de final, el rival Holanda, cuadro gitano y poderoso, pero no dominante, aplastante, esto en apenas 36 juegos del mundial, poco más de la mitad del mismo, que aún muchas historias nos ha de contar.

Pablo Vázquez Rivera

Comunicador, ciudadano inquieto; cinéfilo, melómano. Conductor de @redpmnoticias y @Los3EnLinea. Escribo en @ElDescafeinado.

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