Por: Abraham Mercado (@abrahahahaham).
Después de haber debutado con Vows, gran éxito de 2011, Kimbra ha estado muy presente en el ámbito musical, desde haber colaborado con Gotye en la sonadísima (e himno hípster) «Somebody that I used to know», hasta haberse prestado para la campaña 3 artists 1 song de Converse; y no es para menos, pues ha demostrado ser una artista no sólo con una voz potente y singular, sino que los sonidos que trae consigo son frescos.
Este año estrena The Golden Echo, en donde cambia de sonidos, para pasarse del pop indie a algo más urbano y experimental. Todavía podemos reconocer esos arreglos extraños que usó en «Settle Down», pero esta vez deja el traje de muñeca para cambiarlo por una chaqueta y cabello lacio.
El primer sencillo es quizás la canción más extraña del disco, «90s music» es inclasificable, un sonsonete electrónico donde hace himno a las épocas noventeras, citando a artistas de aquel entonces como Mariah Carey y Michael Jackson. Su voz difiere mucho a lo que nos tiene acostumbrados, opta por los arreglos, voces robóticas, ecos, beats y tintineos extraños. Al llegar al coro es cuando más nos recuerda a ella misma, pegadizo y explosivo.
Todo el disco tiene un tono noventero, beats no bailables, que sin embargo no aburren, prueba de ello son «Rescue Him» y «Goldmine». «Madhouse» es, sin pensarlo dos veces, un homenaje a Michael Jackson, tiene un ritmo de esos que tanto recuerdan al artista en su época de hits. La voz de la neozelandesa sale a relucir en la última canción del long play, «Waltz me to the grave», una balada electrónica llena de coros y pocos instrumentos.
The Golden Echo es un disco que vale la pena si te gusta el pop bien constituído y estás harto de escuchar lo mismo siempre, puesto que ofrece interesantes amalgamas sonoras; desde momentos divertidos («90s music») como melancólicos («As you are» o «Waltz me to the grave») y desde luego un alma soul sumamente atractiva.