Por: Javier Carrillo (@GoofyPinche) / Fotos: Facebook Oficial Iron Reagan.
No es muy común ver que una banda empaque 25 canciones en un álbum, pero tampoco resulta extraño al descubrir la duración de éstas, y menos aún, por las referencias sonoras de sus perpetradores (principalmente Municipal Waste y Darkest Hour), y que hermanados ahora en Iron Reagan, siguen soltando sus genes impregnados de velocidad y brutalidad con tácticas de hardcore y thrash, mezclado con un espíritu punk de la vieja escuela más apegados en forma que en fondo a la primera de las bandas mencionadas. Y como para esta caterva de gañanes hacer una canción de cuatro minutos ya es equivalente a componer una sinfonía, siguen dedicándose a fabricar bombas molotov en presentación fun size.
Este grupo de Richmond, Virginia, es fan de la intensidad, la distorsión y la diversión, y lo ha dejado bien claro mediante un demo, el E.P. Spoiled identity, un split con Exhumed, el disco Worse than dead (2013), y ahora en esta novedad, en donde su mayor virtud es no bajarle la aguja al velocímetro, ni a su desmadre. The tyranny of will (Relapse, 2014) es una sarta de filosos temas cortos con espina dorsal de crossover, con Tony Foresta desgañitándose mientras el bajo de Rob Skotis y la batería de Ryan Parrish tienden una firme base al doble ataque de guitarras de Phil Hall y Mark Bronzino, encapsulando su virulencia en paquetes directos y sólidos, salpicando su nihilismo ahora con palabras de odio contra el sistema político, ahora retratando la decadencia de su sociedad, o bien, gritándole a la vida que no solamente les vale madre ser unos pinches perdedores, sino que además lo disfrutan.
Entre tanta vorágine de revivals y ansias por la dureza retro, Iron Reagan se sumó a los nuevos bríos de la esencia ochentera, y nada más apropiado que añadir a su nombre el apellido del cuadragésimo presidente estadounidense para buscar meterle un giro más «político» a la empresa. Sin embargo, así como musicalmente mantienen su aura bien cimentada, incluso recordando por momentos al Nuclear Assault de sus comienzos, cuando buscan un contenido más comprometido —contraria a la temática postapocalíptica y/o fiestera de Municipal Waste—, este debut para Relapse se queda a medio camino entre las tácticas de dos referencias obligadas y titanes del crossover: los dardos de conciencia social de Dirty Rotten Imbeciles, y el humor negro declaradamente descarado de Stormtroopers of Death.
No obstante, a pesar de que una que otra de sus embestidas líricas no pega como debería, en contexto este álbum es bastante divertido, disfrutable y recomendable, porque se encuentra rebosante de ejecuciones precisas y un buen groove que incluye grandes momentos de azotes al ritmo del hardcore y el thrash. Generalmente dan salida a un humor muy torcido, y en poco más de 32 minutos de fragor rinden honor a su constante falta de sutileza en cualquier aspecto, que muestran desde sus portadas hasta canciones como «Your kid’s an asshole», «U lock the bike cop»,”In greed we trust”, “Rat shit” y «Eyeball gore». A fin de cuentas, es simplemente un disco para echar desmadre con los cuates y las cervezas, y no para comenzar ni sonorizar una revuelta social.