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El magno Wino

Scott Wino Weinrich

En Sacred, The Obsessed mete desde urgencias rockeras, casi metaleras hasta cadencias pesadas y afiladas con un característico groove sicodélico.

Pocos músicos tienen la fortuna de participar en una banda ya no se diga exitosa, sino al menos conocida. Exactamente por eso, el caso de Robert Scott Weinrich es bastante peculiar: el guitarrista, vocalista y compositor gringo que responde al nombre de Wino en la parte marginal del rock no ha estado en una, ni en dos ni en tres, sino en un chingo y, aparte, van de reconocidas a épicas. Y lo más probable es que a mediados de los setenta, cuando comenzó su primer grupo (War Horse), ni siquiera imaginaba que se convertiría a golpe de guitarrazos en figura seminal del doom, stoner y punk rock estadounidense.

Los originarios de Washington D.C publicaron «Scared» tras 23 años de silencio. Foto: Bandcamp oficial de The Obsessed.

Interesado desde muy joven en el rocanrol por grupos de los sesenta, él comenzó a tocar gracias a los Beatles pero el descubrimiento de sonidos creados por personajes como Black Sabbath marcó su derrotero, para definir sus influencias sobre la marcha con otros pilares de la talla de The Stooges y The Dictators. Hipnotizado por la rudeza, creó al mencionado “Caballo de Guerra” a mediados de los setenta en su natal Maryland, que posteriormente convirtió en The Obsessed y ahí comenzó una imparable carrera.

Pioneros del doom metal junto con los también estadounidenses Pentagram, The Obsessed grabó el EP Sodden jackal en 1983, pero poco después Wino metió en la congeladora a la agrupación para irse a California como vocalista para otro combo fundamental en el género, Saint Vitus. Con ellos registró Born too late (1984), Thirsty and miserable (EP, 1987), Mournful cries (1988) y V, más un disco en vivo, ambos de 1990. Después, abandonó las soleadas tierras del Oeste para traer de regreso a The Obsessed y editar su álbum epónimo (1990), a los que siguieron, entre cambios de integrantes, Lunar womb (1991) y The church within (1994).

A partir de ahí fue un ir y venir en creaciones suyas y proyectos con otros, como Spirit Caravan (Jug fulla sun, 1999; Elusive truth, 2001), Place of Skulls (del ex Pentagram Victor Griffin, en el disco With vision de 2003), participó en el delirio metalero de Dave Grohl llamado Probot con el tema “The emerald law” (y en el video de “Shake your blood” son Wino en guitarra, Lemmy en el bajo y voz, con el propio Grohl en batería). Además están The Hidden Hand, Shrinebuilder (con el maestro Al Cisneros de Sleep y Om), Premonition 13, discos solistas (entre ellos Punctuated equilibrium de 2009 y el acústico Adrift de 2010), regresó a Saint Vitus para grabar Lillie: F-65 en 2012, además de relucir como invitado en otro montón de grupos.

Resulta imposible, pues, ilustrar de manera sucinta una trayectoria tan prolífica, pero el chisme de todo esto es porque el músico que se carga pinta de pendenciero en bar de bikers y a quien no pocos consideran el “Lemmy gringo”, regresó a la vida a su amada obsesión y al igual que su monumental comparativo inglés y líder de Motörhead, lo hizo con el sonido de un estilo propio que lleva forjado en el corazón, que le sacude las venas y le mueve las manos a través de los trastes.

Wino, mente maestra detrás de The Obsessed. Foto: Rocktambulos.

Y no tenía por qué ser de otra manera. Sacred (Relapse, 2017) es el primer álbum de The Obsessed en 23 años y en este caso, parece que todo ese tiempo y todas esas experiencias sirvieron para refinarle el gusto por la distorsión y, ¿por qué no?, hasta para lustrar un poco más la reputación de una agrupación ahora legendaria.

Como se mencionó, para esta novedad no tenía por qué buscar algo distinto en la sonoridad con que se le reconoce. Wino es Wino desde tiempos inmemoriales y puso en este disco prácticamente nota por nota el arte que lo consagra, pero con un giro en la alineación, ya que a los secuaces que le acompañaron en Spirit Caravan (Dave Sherman al bajo y Brian Costantino en batería) los rebautizó como The Obsessed. Sin embargo, es justo ese tiempo pasado entre los tres lo que les da una solidez que permite llegar a palomazos voladores entre humo setentero con esencias fuzz, stoner y doom.

Sacred recibe con la reciclada “Sodden jackal”, corte a dos tiempos entre aceitosa y Sabbathesca, que además sirve como parámetro para la comparación a 33 años de distancia en donde ahora destaca la voz más aguardentosa y amenazante de Wino y que embona perfecto en el contexto.

A lo largo de los tracks se siente como si lo antiguo del género que adora desde hace tanto lo hubiera esperado para envejecer juntos y sonar aún más afines y amalgamados. En catorce canciones (dos de ellos bonus, según la edición que consigan) mete desde urgencias rockeras, casi metaleras y con más velocidad, hasta cadencias pesadas y afiladas entre un característico groove sicodélico en donde no podía quedar fuera esa influencia inherente de Iommi tanto en los riffs como en los solos.

Portada de «Sacred» de The Obsessed

Filosos cuando se lo proponen y punzantes casi todo el tiempo, aun cuando esta grabación del renovado The Obsessed no está exenta de un par de detalles, sí está rebosante de esos toques sustanciales patentados por Wino. Igual que el Rey Lobo de su video “Sacred”, el músico encarna a la bestia que sabe moverse en solitario pero igual se adapta a manadas y sin importar los compinches a su lado, Wino siempre ha reflejado en su obra esa cualidad de clase obrera y honestidad de vino de tetra pak. El suyo es un arte transformado en decibelia callejera, sucia, ancestral y, a estas alturas, justamente venerada y así, junto con su amor por la música, con el paso de los años ha engrosado casi inadvertidamente un catálogo tan brutal como respetable. Y todo esto, para fortuna del rock.

Texto: Javier Carrillo.

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