Por: Hugokoatl Galván (@Hugokoatl).
La fiesta inicia con un español mal masticado. Un presentador que apenas balbucea la lengua de Cervantes nos presenta a la banda venezolana Los Amigos Invisibiles (sic) con toda la flema de la pronunciación inglesa. A partir de entonces, el grupo de funk se encarga de que, cual si fuera una clase de jardín de niños, repitamos frases fáciles en español, pero eso sí, cargadas de un ritmo al que ningún pie, palma o cabeza puede ser indiferente.
Porque, sí, de eso se trata Repeat after me, el nuevo opus de Los Amigos Invisibles. El nombre de este álbum nos advierte que vamos a escuchar versos repetitivos para que el oyente pueda reproducirlos con alegría y, ya en esas, bailarlo. Imaginemos que estamos en un salón de clases y el maestro nos escribe oraciones que debemos repetir, pero dichas frases tienen tanto ritmo y sabor que el maestro inicia una víbora a la que los educandos pronto se integran. La clase es ritmo y el ritmo lo tienen Los Amigos Invisibles.
El décimo álbum de los venezolanos nos demuestra que están en un momento muy maduro de su sonido. Transitan del funk electrónico (parte del 90% del sonido del álbum) a música que podría ser clasificada como territorio de Paté de Fua, ejemplo de ello es “Mosto”. Además, nos presentan letras en español e inglés, hecho que potencializa el agrado del álbum. ¿Por qué? Porque todavía hay algunos obsesos por ahí que creen que el funk solo suena bien en inglés.
Es cierto que Repeat after me carece de lo que podría ser un gran éxito. Rola a rola, es difícil que alguna supere en ese sentido a, por ejemplo, “Mentiras”, sin embargo, el conjunto del álbum es sólido. Es indispensable escucharlo de inicio a fin.
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