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Un tibio Rock al Parque cumplió su cometido

Texto y Foto: Diego Ramos (@DiegoKoprivitza).

Sin una Feria Internacional de la Música formal, este año se vio representada por un par de eventos musicales: Rock Al Parque Rueda por Latinoamérica y el concierto que amalgamó los estilos musicales de Café Tacvba y Los Tigres del Norte. Ambos conciertos lograron sus objetivos primordiales -es decir, que acudiera la gente- sin embargo, quedó una sensación de que no todo salió tan bien cómo se suponía.

El fin de semana pasado la Concha Acústica cobró vida nuevamente tras cuatro largos años de agónica clausura con la edición tapatía del Rock Al Parque, festival representativo de Colombia que importó a México cinco propuestas musicales bogotanas que fueron acompañadas por dos bandas locales. Fue el sábado 1 de junio cuando los Technicolor Fabrics estrenaban el viejo-nuevo foro en el Parque Aguazul para dar inicio al Rock Al Parque Rueda por Latinoamérica, que ya comenzaba 30 minutos tarde.

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El sol a su máxima potencia y los treinta y tantos grados celsius parecían cobrar factura. La gente no llegaba y apenas un centenar de personas refugiadas en la sombra veían cómo los Technicolor daban un espectáculo todavía frío en las formas.

La tarde continuaría su transcurso. No había venta de alcohol y eso se notaba en la gente que, aún apática, no lograba conectar con el escenario, y a esto se sumaba que muchos no conocían a las banda colombianas.

Monareta y su fusión electro-cumbiera hizo bailar a la concurrencia, al terminar, su cantante Andrés Martínez regaló unos discos y se tomó fotografías con los presentes. Calentó los motores, sí, pero la fiesta seguía estando aburrida. Demasiado temprano para el bailongo, Monareta era para haberse disfrutado más.

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Skampida, quienes lograron un poco más que sus compatriotas, daba inicio a su participación en la que sonaba su sencillo «El Camino», algo más allá que un ska tradicional y que mezcla sonidos como la polka y el rock. El sol había bajado, la gente se incorporaba y el baile ya tomaba forma de rueda en medio del ska. Las familias con niños, los que esperaban ver a otras bandas y los curiosos que aún no sabían por qué estaban ahí, todos se dejaron llevar por los temas más representativos de la agrupación.

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La tarde, todavía calurosa, no se detenía ni un segundo; el turno de The Hall Effect sorprendió a más de uno, incluyéndome. De texturas bastante rockeras, los decibelios subieron para recibir la noche. El cuarteto -primero en su país en haber sido fichado por una disquera francesa, XII Bis Records-  agrupó a un buen número de público con su sonido que va desde el rock duro hasta el brit-pop con letras en inglés. Sin inventar fórmulas musicales, pero de sonido consolidado, The Hall Effect sería el parteaguas del festival y daba paso al rock de los tapatíos, Volcán.

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Volcán es una de esas bandas bipolares que arrojan temas ásperos y de texturas duras para luego poner sobre el escenario rolas más clásicas de influencias ledzeppelianas. De cualquier forma, el concierto no defraudó a quienes querían rock, el quinteto, que en esta ocasión no contó con la participación de Nacho González en la batería por compromisos con Cuca, ofreció energía, intensidad y volumen. Las guitarras de Armando Chong y Andrés Orozco, el bajo de Wallace y la voz de Ugo Rodríguez, esboza un rock potente, de calidad y que no cede a lo fácil.

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La noche se había cerrado y era turno de la embajadora del Rock Al Parque, Andrea Echeverri. La colombiana más representativa de la escena alternativa en Latinoamérica estaba en el escenario vestida de calavera junto a otros dos músicos para hablar sobre temas políticos y liberación femenina. Dulce en las formas, dura en el discurso. Su música era un oasis en el cartel del festival en donde logró una gran audiencia que quería escuchar Ruiseñora, el disco solista más reciente de la vocalista de Aterciopelados, los cuales, dicen, que en 2014 retomarán sus actividades.

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Para cerrar la noche los míticos Kraken, banda con 30 años de trayectoria, retumbaron en la Concha Acústica; el heavy metal cobró vida con temas de sus siete discos de estudio. El metal colombiano era lo único que faltaba para desplegar completamente el abanico musical del país sudamericano.

Como primera experiencia, el Rock al Parque quedó como un festival bien organizado pero tibio. La falta de gente -y cerveza- le restó muchos puntos al espectáculo. Esperemos que la segunda edición venga más fuerte y menos apresurada.

Sin duda, lo más positivo fue el intercambio musical con Colombia, país que ya se posiciona como un vanguardista en la gestión cultural. Seguramente veamos a varias bandas mexicanas en la siguiente edición del festival en Bogotá, al menos los Technicolor Fabrics ya están invitados.

El Descafeinado

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