Música discordante, minimalista y ocasionalmente hipnótica al tiempo que transcurrieron los cinco actos de ‘Berlín’ lograron reacciones interesantes en el auditorio de la Cineteca.
El pasado 27 de julio del año en curso, asistí a la Cineteca Nacional para presenciar una proyección musicalizada. La película: ‘Berlín sinfonía de una gran ciudad’ (1927) dirigida por Walter Ruttmann; director de cine alemán de la época de las vanguardias, considerado junto a Hans Richter, el principal exponente del cine abstracto experimental. La banda: El Gabinete, una ingeniosa parodia de nuestro insigne aparato político en torno a la figura presidencial.
“El grupo musical El Gabinete, formado en el año 2006 por Daniel Aspuru, secretario de cultura, Kristian Galicia, secretario de defensa, Enrique Gil, secretario de energía y Hugo Trejo, secretario de turismo, representa un proyecto musical ecléctico y difícil de clasificar, fundado en su ideología que, sin querer aleccionar, pretende incluir al público en un viaje sonoro por las imágenes que atestiguamos en nuestra realidad mexicana y que de no ser documentadas y editadas por el grupo, la mayoría de las veces pasarían al olvido”, leemos en la presentación de su sitio web oficial.
Y en verdad que la experiencia es difícil, más no imposible de clasificar. Los primeros minutos presencié el ensamble armónico de las imágenes de Ruttmann, que si bien son un montaje vertiginoso de los múltiples aspectos de la cosmopolita Berlín de los años 20, son también una oda a la Alemania que caería bajo el régimen Nazi y devendría en el Tercer Reich, para beneplácito de los arios que fervientemente empoderaron al acuarelista frustrado Adolf Hitler.
Así, la música discordante, minimalista y ocasionalmente hipnótica producida por El Gabinete en vivo al tiempo que transcurrieron los cinco actos de ‘Berlín’ lograron reacciones interesantes en el auditorio: desde exclamaciones de sorpresa ante los acordes del mejor rock progresivo, pasando por los que prefirieron cerrar los ojos y rehacer tras sus párpados su propia película y hasta aquellos que homenajearon el trabajo de Ruttmann sin reconocer el talento de los Secretarios que reinventaron para nosotros los asistentes, el género de la sinfonía cinemática, que tantas loas ha granjeado para Fritz Lang con su imponente ‘Metropolis’.
Al encenderse las luces, por un momento pensé: “¿Qué sería de nuestro país con un gabinete como este?”, la respuesta me llegó al recorrer la ciudad al límite de velocidad escuchando Karate: tendríamos una política progresiva y los impuestos se tributarían en forma de riffs.
El humo serpeaba frente a mis ojos y supe que era momento de escribir esta reseña.
Texto: Rafael Ríos.