El cine de Xavier Dolan está lleno de deseo, provocador, universal, suicida, demente, homosexual, obsesivo: humano.
Xavier Dolan llegó para quedarse: su primera película, ‘Yo maté a mi madre’ (2009), que realizó con sólo 20 años de edad, fue la cinta seleccionada por Canadá para representarla en la entrega 82 del Oscar; su último film, ‘Mommy’ (2014), aún sin exhibirse en nuestro país, fue galardonado con el Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Cannes.
Con cinco películas aclamadas por la crítica, Dolan es el niño prodigio de Canadá y de la nueva generación de cineastas jóvenes. Nacido en Québec, el también actor y guionista no es un reformador del séptimo arte, no ofrece cintas transgresoras como lo hicieron Truffaut y compañía con la Nouvelle Vague, pero entrega una obra de calidad que por momentos sabe a Godard o a Wong Kar Wai, sin perder jamás su estilo propio.
Antes que insurrecto es un cine fresco, un cine hecho desde las entrañas de un veinteañero que conoce los sabores de la pasión y el sexo, el tizne del desamor, la dureza de los sueños rotos, los pasos de baile de la nueva canción de The Knife o la letanía de vivir con unos padres autoritarios. El deseo es el móvil de todos los personajes en la obra del canadiense, el deseo resignificado en cada película, pero el deseo al fin de cuentas.
En ‘Yo maté a mi madre’ nos encontramos con el anhelo de nulificar las costumbres de una madre recalcitrante, en ‘Los amores imaginarios’ (2010) con poseer a un hombre de ensueños, en ‘Lwrence anyways’ (2012) con cambiar de sexo y continuar siendo lo mismo en esencia, en ‘Tom at the farm’ (2013) con desprenderse del pasado y en ‘Mommy’ con el apetito de una fortaleza guía. Pero es un deseo distinto, un deseo provocador, universal, suicida, demente, homosexual, obsesivo: humano.
La fotografía infra-realista y preciosista es otra constante de las películas de Xavier Dolan es como un personaje más. No negaré que las escenas de vacío emocional en ‘Los amores imaginarios’ sabrían diferentes sin esas tomas cerradas que exploran los pasos de los protagonistas, o que los lagrimales no se me hubiesen mojado sin ese aguacero que aparece detrás de Fred Belair, evidenciando sus ganas de más Lawrence: en fin, la fotografía es clave en sus filmes.
La dificultad en la comercialización de las películas independiente provoca que no exista una fecha exacta para la llegada de su nueva cinta a México, por ello, para ver sus filmes, hay que estar atentos a las carteleras de los cines de bajo mercadeo, así que ojo para correr a ver ‘Mommy’, la cual cuenta ya con un trailer oficial, algunos teasers y una amplia cantidad de reseñas y críticas que la enaltecen.
Texto: Roberto Ramírez.
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