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La re-evolución del arte y nuestra realidad

José Clemente Orozco

Uno de los grandes muralistas mexicanos, el jalisciense, José Clemente Orozco.

¿Dónde estamos?, ¿qué estamos viviendo?, ¿cuál es nuestra realidad?, ¿cuál es su reflejo?

Les comparto todas estas inquietudes porque en el marco de un aniversario más de la Revolución Mexicana, suceso histórico que desencadenó una serie eventos que transformaron las realidades sociopolíticas no sólo de nuestro país, sino la de muchos otros en América Latina y se ven reflejados en el arte que se hacía en aquellos entonces. Demos un viaje en el tiempo con la finalidad de hacernos otros cuestionamientos ¿contra qué estamos luchando?, ¿cuál es el legado que nos dejaron aquellos artistas y cuál es nuestra responsabilidad que nos encomendaron?, ¿cuál es nuestra revolución?

De izquierda a derecha: David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera.

El surgimiento de la pintura latinoamericana se dio de forma brusca por ahí de los años 20 y 30, no es coincidencia puesto que las naciones que la conforman se veían agitadas por un montón de conmociones sociales y políticas que no dejaron de “retocar” la personalidad y la actitud de los pintores que tenían sed de introducir nuevas formas plásticas en sus obras, es decir que buscan vías nuevas para renovar – o revolucionar- radicalmente el arte y con éste a la sociedad misma.

El entonces arte vanguardista se mezcla con las fuerzas sociales y políticas con la intención de transformar la realidad cruda en la que se vivía. Las décadas mencionadas venían arrastrado diversas situaciones que afectaban a las sociedades de la América Latina como nuestra revolución en noviembre de 1910, el arte que se producía entre los años 20-30 expresan esas inconformidades, en sí, en ese marco histórico, las manifestaciones culturales reflejarían la búsqueda de una cultural nacional donde la expresión de los ideales sociales fue el objetivo más fundamental para el arte.

Para hacer esto, el mismo arte debía encontrar su propia ruptura, quebrando con las formas académicas que habían caracterizado a las manifestaciones anteriores, haciéndose entonces simultánea la novedad en temas, técnicas y fuentes: la fusión de la rebeldía estética y la rebeldía social. El punto inicial y más logrado fue el muralismo mexicano iniciado en 1921. En él trabajan artistas que se plantearon, en circunstancias que al parecer no se repetirán, la creación de un arte nacional que manifestó realidades específicas y al mismo tiempo se introdujo nuevas maneras para llevar a cabo esas expresiones.

Se declara entonces que el muralismo es el heredero del arte precolombino y de la artesanía popular, toma una conciencia sobre la necesidad de enraizarse y de querer algo propio pero teniendo claro que los recursos técnicos y las formas plásticas que se empleaban provenían del arte europeo. Ahora bien, su temática, en ese periodo, emerge por las circunstancias de desigualdad en el país. Cargado en muchas ocasiones por una excesiva literaturización del tema, éste es la consciente visualización, por parte de aquellos artistas, de una problemática social concreta.

No es aventurado que, en el año de inicio de los primeros murales, se fundara el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios de México, cuyo órgano, El Machete, habría de expresar los postulados de aquel grupo. Dentro de sus primeros planteamientos se señala la meta que se habían establecido inicialmente:

«El Sindicato cree que el arte no sólo es reflejo de las condiciones sociales sino también expresión de los límites geográficos dentro de los cuales es creado (…) El Sindicato recomienda que los valores nacionales se relacionan íntimamente con las corrientes internacionales del arte moderno (…) El muralismo debía llevar a cabo estas metas; es el primer movimiento en intentar generar una integración social. En la Declaración social, política y estética, redactada por Siqueiros y sacada a la luz por el Sindicato plantea en 1922 que el arte es propiedad de todas las capas de la sociedad y que sólo se justificaba la creación de obras monumentales para el pueblo mexicano (…)». (1)

Mural de Siqueiros, «La revolución contra la dictadura porfiriana». Foto: El Universal.

El afán de irradiar el arte a todos los sectores sociales provoca la ampliación del plan educativo popular encaminado a la enseñanza no académica de la pintura.

Con este repaso de historia, nos preguntamos hacia dónde se dirige el arte mexicano, cuáles son las condiciones sociales y políticas que matizan el trabajo de los artistas de hoy, qué metas se han forjado y cuál es la unión, si es que la hay, entre este gremio para ejercer una labor de transformación y cómo medir ese impacto, con otras palabras, ¿qué expresa hoy el arte mexicano? (2)

Texto: Daniel Ramírez.

(1) Cf. J. Charlot, The Mexican Mural Renaissance, Yale University Press, 1963, p. 243.
(2) “Transformar el arte y la realidad” en América Latina en sus arte por Adelaida de Juan, Siglo XXI, p.p. 34-35.

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