Por Diego Ramos.
Tuvo que pasar un año para que me decidiera a escribir esta reseña. No se trata de un capricho, simplemente tenía mis dudas sobre qué era lo que realmente me provocaba este disco que la misma banda autodenomina “hypno-groove«.
El cuarteto originario de Perth, Australia sorprendió en 2010 con uno de los discos más exquisitos del rock psicodélico contemporáneo. Se trata de una placa llena de referencias al rock más onírico y trascendental de los años 60: InnerSpeaker.
De este disco se ha dicho mucho; sin duda fue lo suficientemente bueno para que Kevin Parker, Jay Watson, Dominic Simper y Nick Adams despegaran de su anonimato y fueran reconocidos por un sonido que recuerda a los Beatles en su faceta más psicodélica. Aunque su verdadero mérito está en la amalgama de sonidos retro con otros más bien nuevos que se acompañan de multitud de efectos y viajes astrales.
InnerSpeaker es un disco fresco que fluye sin ningún tropiezo a lo largo de sus 11 temas. Las atmósferas que recrean son producto de una voz que emerge de entre las guitarras distorsionadas cual mantra; mientras que los efectos sonoros vuelan entre nubes y sueños que Tame Impala va revelando canción tras canción.
Se trata de una placa elegante, poco pretensiosa y que redescubre un sonido: melódico, alegre, viajado y cuando lo necesitan, denso.