A Hocico el tiempo sigue concediéndole la furia y el poder necesarios para dar intensos espectáculos tras 25 años de carrera.
Por @DiegoKoprivitza / Fotos: Jimena Sansó.
Una atípica lluvia otoñal fue mojando poco a poco la ciudad, mientras que en el Zenttro Underground, a espaldas del Roxie, mítica sala de conciertos de Guadalajara, se manifestaba el aura de las viejas glorias rockeras tapatías y hacía resurgir a una de esas leyendas urbanas del under mexicano, Hocico.
Una carpa cubría a los asistentes de la rala lluvia, el patio trasero del lugar se fue llenando de gabardinas negras y máscaras, era una noche oscura que exudaba agresividad-pasividad; Hocico es una de esas bandas que se mantienen en un sano nivel de anonimato y estrellato, según las latitudes a las que se enfrente.
Pero antes de ver al dúo mexicano del denominado aggrotech y dark-industrial, fue turno de los punks de Cooperativa Pascual, quienes dieron cuenta de su fuerza en el escenario, incluso levantando ámpulas entre algún purista del «dark» que pedía a gritos la cabeza de los que osaron deconstruir su oscuro santuario -y todo lo que ello implique-.
Sin miramientos, el cuarteto arremetió con sus canciones, ya conocidas en la escena del punk-rock de la urbe, y aunque parecían existir un público mayoritariamente ajeno a su música, los asistentes no dudaron en disfrutar el corto, pero intenso set -apagón incluido- de los punketos, quienes ya habían llenado en tres cuartas partes el local.
Minutos más, minutos menos, fue el turno de Dragica, un trío que danzaba entre la poesía oscura y los riffs poderosos. El lugar ya lucía lleno y la impaciencia rompía con los silencios. La cerveza mantenía los ánimos y la lluvia no dejaba de hacerse presente. Los tipos oscuros salieron de sus catacumbas. Las chicas y el cuero negro se manifestaron. Hocico ya había llegado al recinto y aguardaba pacientemente.
Finalmente el tiempo y el espacio confabularon para hacer llegar a Erik García y Oscar Mayorga al escenario. Ovaciones, gritos, cámaras. La máquina se encendió tras un par de años de ausencia en la capital del Occidente mexicano y el electro-industrial retumbó por un par de horas sin tregua alguna. 25 años de ira han pasado desde que la agrupación se conformó en la Ciudad de México y se ganara a la audiencia de México y Europa, en especial Alemania; pareciera que el tiempo sigue concediéndole la furia y el poder necesarios para dar intensos espectáculos.
La agresividad del Hocico mordía con duras tarascadas que salían de los gritos y bailes de su vocalista, Erik García, la agrupación recorrió su amplia discografía, la cual llega hasta 2013 con su más reciente material, Los días caminando en el fuego.