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El ADN árabe en nuestra cotidianidad

Concepción Company y Maruan Soto Antaki han ofrecido un panorama abierto, para entender cómo la cultura árabe ha llegado hasta nosotros, en formas en las que incluso bien no nos damos cuenta, bien no las imaginábamos.

Al ser Arabia, el país invitado de honor en la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2022, los temas relacionados a su cultura, y a cómo han impregnado a occidente, a su literatura y a sus distintas expresiones, rondan en las mesas de análisis de la fiesta literaria, y en una de ellas, se ha hablado de la «Literatura árabe. Un ADN cultural del español».

En esta mesa, el tema fue tomado por Concepción Company, escritora, experta en filología y lingüista; y Maruan Soto Antaki, escritor, y un activo partícipe sobre la cultura en distintos medios de comunicación, fueron quienes dieron su análisis, de la presencia árabe en la cultura española, que ha llegado hasta nosotros en México, y de donde ha surgido gran parte de nuestra identidad. 

El árabe, la materia prima cultural en nuestras palabras

Para Concepción Company, el árabe es un «ADN cultural , intenso, profundísimo para la lengua española», pues mencionó que «el árabe es la lengua que más léxico le ha aportado al español, después del latín».

Para entender la presencia árabe en la lengua española, hay que entender los préstamos del latín al árabe, que de su combinación surgieron palabras como «alcázar», que habla de una fortaleza, pues surge de la palabra «castrum», que es un campamento, «y los árabes se apropiaron de esa palabra latina y nos dieron alcázar».

Company señaló que «hay dos mil palabras primarias árabes de uso cotidiano, en lengua española», que aumentan si se suman sus derivaciones, un ejemplo de que la presencia árabe en la lengua española es amplia.

La escritora señaló que el árabe intervino en «morfología, en sintaxis, en léxico, en intersecciones, en calcos, en modos de concebir el mundo».

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Algunas de las charlas de la Feria Internacional del Libro son transmitidas en vivo, en su canal oficial en YouTube. Foto: FIL Guadalajara

Para entender esas intervenciones, hay que recurrir al entendimiento gramatical. Por ejemplo, el artículo «al-», está presente en cientos de palabras, como «almacén», «almohada», «alcalde», «alhaja», y «un etcétera larguísimo, y se metió tal, que ya no es reconocido como un artículo».

O el sufijo «-í», como en «baladí, que era una moneda del reino de Granada, que era de baja calidad, de ahí también baldío, algo inutil, sin valor». Y así también arabismos como «jabalí», «marroquí», «catarí», etc.

También así frases, como «ojalá», que es «tal sea la voluntad de alá, y frases hechas que para algunos arabistas sí es un préstamo», como «si Dios quiere», o «válgame Dios».

De esa forma, la presencia árabe hoy es apreciable en cualquier campo desde la cotidianidad, y también en las ramas científicas, el arte, las convivencias como las fiestas, o cualquier tipo de expresiones sociales, como explicó Concepción Company en su ponencia. 

El progreso de la cultura árabe, desde la máxima obra literaria

 Maruan Soto Antaki describió una cronología del intercambio árabe de la siguiente forma: «A principios del siglo VII inician las prédicas coránicas, 30 años después se llega a Egipto, un año después se llega al cáucaso, 50 años después ya hay un imperio árabe», lo que resalta, pues «solo 50 años después, es nada en términos reales del tiempo», en esa presencia que creció en España.

También, el escritor resaltó al avance y establecimiento de la cultura árabe como aquella de donde se fueron rescatando distintos cúmulos de información de lo que somos, «desde la filosofía griega, los números indios, la tecnología china, etc».

Después de fundado el emirato de Córdoba en el 756, pasaron ocho siglos donde los rasgos árabes se enraizaron, y crecieron para la cultura española, que después llegaría hasta México a través de la conquista de estas tierras.

En esa concentración cultural, su derroche, Soto Antaki, la referenció con la obra máxima de Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, donde se encuentran esas raíces islamoárabes, pues los primeros ocho capítulos del Quijote, en la propia ficción «fueron escritos por un sabio árabe, Cide Hamete Benengeli», el personaje ficticio creado por Cervantes. 

Y esos escritos fueron traducidos por otro árabe, un moro obligado a convertirse al cristianismo, que provenía de aquellos llamados «manchados», por la mancha de sangre.

«La integración era tan fuerte, que hoy ni siquiera nos ponemos a hacer una pausa y darnos cuenta, que ese gran texto de la lengua española, un texto fundacional, tiene a la vista una referencia a esos ocho siglos de cultura».

O como en «ciertos coqueteos, ciertos guiños» a referencias culturales como la alimentación, pues los «viernes, para el hidalgo es un día de comer lentejas, el resto de los días come carne como un verdadero salvaje, solo que el viernes es el día sagrado para el islám».

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