Más de 40 años después de su debut, Tron regresa para explorar una nueva frontera: el encuentro entre la inteligencia artificial y la humanidad
El cine de ciencia ficción siempre ha servido como espejo del presente. Lo que antes eran imaginaciones digitales, hoy es parte del día a día. Tron: Ares, la nueva entrega de la saga iniciada en 1982, no sólo actualiza su estética futurista: traslada la inteligencia artificial del universo virtual al mundo físico, en un guiño directo a la realidad contemporánea.
Dirigida por Joachim Rønning (Maléfica: Dueña del Mal), la cinta presenta a Ares (Jared Leto), un programa creado por una corporación tecnológica que cruza la frontera entre lo digital y lo humano. En ese viaje, el personaje se enfrenta a dilemas éticos que reflejan preguntas que hoy resuenan fuera de la ficción: ¿puede una máquina comprender lo que significa existir?, ¿dónde termina el código y comienza la conciencia?
A diferencia de sus predecesoras, Tron: Ares abandona parte del vértigo visual para concentrarse en la tensión emocional que provoca la convivencia con una tecnología que ya no pertenece a la imaginación. La IA no es un decorado futurista, sino un espejo del presente.
Con un elenco que incluye a Greta Lee, Gillian Anderson, Evan Peters y Jeff Bridges retomando su papel original, la película apuesta por un tono más introspectivo, sin perder el espectáculo visual a cargo de Industrial Light & Magic, ni la potencia sonora de Nine Inch Nails, autores de la banda sonora original.
El rodaje incluyó locaciones en México, detalle que el propio Leto destaca como un gesto de cercanía y afecto por el país, que ha formado parte de su carrera musical con Thirty Seconds to Mars.
Más que una secuela, Tron: Ares parece un comentario sobre nuestro tiempo: la humanidad y sus algoritmos, conviviendo en un mismo plano.
