La décima temporada de los Expedientes Secretos X dejó un sabor agridulce a sus fanáticos
El pasado mes de febrero finalizó la breve temporada de seis episodios encargada de reabrir las investigaciones de los inseparables agentes Fox Mulder y Dana Scully (interpretados por David Duchovny y Gillian Anderson, respectivamente), los cuales, de la mano de la Twentieth Century Fox Television y de su creador Chris Carter, fueron la clave para que los Expedientes Secretos X se convirtieran en un fenómeno televisivo durante la década de los noventa.
Tras 202 episodios transmitidos hasta su finalización y dos películas estrenadas en cines (Los Expedientes Secretos X en 1998 y Los Expedientes Secretos X: Quiero Creer en 2008), Mulder y Scully regresaron a la acción después de ocho años sin saber acerca de extrañas mutaciones o conspiraciones alienígenas que constituyen su más grande especialidad. Su estreno, al igual que muchas otras series noventeras que últimamente se encuentran resucitando de entre los muertos, sucedió justo cuando los estándares de calidad narrativa en los contenidos de la televisión de paga están llegando a niveles históricos ¿Cuán difícil podría ser el revivir a los emblemáticos expedientes?
Casi imposible, al parecer. Este pequeño y más bien efímero regreso a un universo no tan lejano que los fans (originales o no) ya conocíamos muy bien, resultó más agrio que dulce por diversas razones ¿La primera? Una fórmula bastante probada por Carter a lo largo de todos estos años, que optó por abrir grandes interrogantes en el primer episodio (titulado “My Struggle”) y las hizo a un lado hasta el sexto y último de ellos (“My Struggle II”), provocando un enorme hueco entre el segundo y quinto capítulo, los cuales fueron rellenados con una serie de casos totalmente apartados del conflicto principal y guiones que divagaron entre el suspenso, el drama y la comedia, lo que dio como resultado una evolución de los sucesos sumamente irregular y hasta un tanto incongruente.
A esto se les suman una dirección floja en prácticamente todos los episodios, fan-services forzados para alimentar la nostalgia e incluso la introducción de nuevos personajes que resultaron desaprovechados y poco desarrollados.
Sin embargo, no todo es malo para los expedientes. La química de Duchovny y Anderson es más que evidente y representa un gran punto de interés para el espectador, así como múltiples escenas a lo largo de los capítulos bastante bien logradas y que, en conjunto, mantienen algo de fe para el futuro de la serie, suponiendo que Fox siga interesado en renovarla tras la tibia recepción que este revival ha tenido tanto en crítica como en rating.
Estamos en una época en donde cada año surgen series como Breaking Bad, House of Cards, Game of Thrones y True Detective, series que retan al espectador y lo vuelven parte de historias y personajes tan icónicos como inigualables; en donde un cliffhanger (escenas que normalmente, al final del capítulo de una serie de televisión, historieta, película, libro o cualquier obra que se espere que continúe en otra entrega) al final de cada episodio ya no es suficiente para mantener la atención y los efectos visuales no representan una primera necesidad para sobresalir entre la competencia.
Nos hemos vuelto más exigentes como consumidores audiovisuales y las productoras lo saben, aún cuando sigue existiendo público para cualquier tipo de contenido. Entonces, ¿cómo espera Fox y Carter que nos conformemos con una fórmula obsoleta y un esfuerzo casi nulo aplicados a una de las series que redefinieron la televisión en los noventa y la llevaron a ser gran parte de lo que hoy es? ¿Fue acaso el temor a que una visión fresca y actualizada de los expedientes resultase un fracaso? ¿Pensaron que era mejor irse a lo seguro a experimentar nuevos rumbos para la serie?
Honestamente no sé a quién culpar por este irregular resultado, pero una cosa es segura: si los Expedientes Secretos X esperan reposicionarse como uno de los programas televisivos más astutos e innovadores dentro de su género, la compañía, su creador y todo el equipo creativo deben replantearse inmediatamente la visión general de la serie: de dónde vienen, hacia dónde quieren ir y cómo piensan lograrlo. Y necesitan hacerlo ya, porque Mulder y Scully no tolerarán muchos errores más. Nosotros tampoco.
Texto: Carlos Narvaez.