Revelan las atrocidades de la soflama de Donald Tump a través de The Prison-Wall, un proyecto utópico basado textualmente en sus discursos.
Con un costo total de 3 billones 731 mil 127 millones 47 mil 559.338 dólares, según una estimación de Kate Drew, especialista de CNBC y una longitud de 3 mil 125 kilómetros, un muro rosa, inspirado en la arquitectura del jalisciense Luis Barragán, separaría a México de Estados Unidos.
Ahí, más de 11 millones de inmigrantes yacerían detenidos en una prisión donde deberían trabajar unos seis millones de agentes migratorios, en un jactancioso edificio digno de faraones esclavistas.
“Una propuesta política en toda su magnífica perversidad”, explican los creadores de The Prison-Wall, un utópico proyecto arquitectónico diseñado por Estudio 3.14, una firma internacional establecida en Guadalajara en colaboración con la corporación Mamertine U.S.
En entrevista, Norberto Miranda, vocero del estudio, habla del proyecto que pone imagen al polémico muro de Donald Trump de una manera textual, propuesta clave del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, carta fuerte para su nociva campaña electoral.
En esa vorágine de indignación, política exterior, radicalismo y posturas contrarias, los creadores de esta versión de la megalómana e incosteable construcción, incluso para el país más poderoso del mundo, explican: “se trata de que todo el mundo pueda darse cuenta de la perversión que está comunicando Trump con su discurso”. Norberto lo define como una manera de acercar ese discurso a la realidad con la finalidad de generar conciencia. “El hecho de que un muro sea el protagonista de una polémica electoral y que sea la protagonista de una política migratoria de uno de los candidatos de Estados Unidos es una cosa que debemos de aprovechar para poder generar diálogo entre las personas”, expone.
En este proceso, liderado por Leonardo Díaz Borioli, director creativo de Estudio 3.14 y Hassanaly Ladha, profesor de la Universidad de Connecticut, fue ejecutado por siete becarios especializados en diseño de interiores, arquitectura y urbanística: Aranzazú Alvirde, Agustín Ávalos, Rosa Montecillo, Marycarmen Murillo, Ana María Noriega, Maximiliano Rodríguez y Aminadi Avecedo, todos ellos provenientes de universidades mexicanas como el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara, ITESO y ESARQ, fueron quienes desarrollaron las ideas ‘trumpianas’ en su máximo esplendor.
Aranzazú Alvirde, diseñadora de interiores por el CUAAD, explica parte del proceso creativo de The Prison-Wall: “fue divertido, complejo, al principio no nos caía el veinte, no sabíamos si era de verdad, un chiste o qué era lo que se buscaba; si era un monumento para los mexicanos o un muro como Trump lo imaginaba. Era un proceso moral, con toda esa maldad y perversidad”, describe del otro lado del teléfono.
“Buscamos a que fuera una solución integral, sin perder diseño y sin perder la funcionalidad, como la filosofía detrás del muro. Inspirarnos en Barragán en la parte estética, aunque la parte filosófica es lo más fuerte, una barrera en varios entornos”, agrega. Y es que el muro atraviesa el desierto, ciudades, colinas, ríos. Incluso se pensaron diferentes nodos a manera de centros comerciales en las principales ciudades, aunque en realidad, “el muro es una trampa”, aclara Aranzazú.
La denuncia está hecha y el eco en los diferentes medios de comunicación corrió como pólvora; tanto publicaciones especializadas en arquitectura y diseño como diarios y revistas políticas abordaron el tema: un muro rosa, una cárcel de tres mil kilómetros de largo, una ‘hermosa’ puerta de entrada para los inmigrantes legales. Nada más revelador que los renders arquitectónicos y una serie de afiches diseñados para nutrir la acusación.
“La arquitectura tiene el último boleto en cuanto a la crítica, es cuestión de manejo de recursos, como es tan cara es la última en llegar, no puede ser tan arriesgada”, menciona Norberto Miranda. “Hay una apatía muy grande en el gremio de la arquitectura y el diseño; todos están ensimismados en su trabajo porque es muy demandante como para ponerse a generar un discurso crítico”, reflexiona.
Sin embargo, cuando la crítica social se materializa, como en The Prison-Wall, no queda de otra más que pensar en el contexto: ¿qué pasaría si tuviéramos una barrera con 11 millones de personas en la frontera? -más o menos la población total de países como Cuba o Grecia- ¿Es esto humanamente posible? ¿Qué consecuencias tendría esta división en el aspecto social, económico, cultural o histórico?
Y bajo las encuestas que no paran de encumbrar o relegar a los candidatos principales de la contienda estadounidense, Donald Tump y Hillary Clinton, el 8 de noviembre las elecciones número 58 de Estados Unidos definirán el rumbo de esa ficción tan amenazante para millones de personas en ambos lados de la frontera.
Texto: @DiegoKoprivitza.
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