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Los Lobos: cuando lo único que tienes es tu manada

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La película dirigida por Samuel Kishi se centra en la inocencia haciendo de su historia algo entrañable, un abrazo para el espectador.

En medio de una revoltura de situaciones en el mundo donde no se nos deja descansar, los pequeños respiros no sólo se agradecen, sino que son necesarios. Tras un año y meses de estar deambulando entre la incertidumbre, conflictos, pandemias, etcétera; pareciera que por fin se vislumbra una pequeña luz al final que nos llevaría a lo que considerábamos normalidad. Por fin los cines abrieron y parecen retomar sus actividades poco a poco y las carteleras van teniendo opciones como antes. 

Después de poco más de dos años de su realización, y tras un camino por un sinfín de festivales, ya tenemos en cines Los Lobos, segundo largometraje de Samuel Kishi, el cual, entre todo el caos, se siente como un descanso y un abrazo que tanto se necesitaba. 

Los Lobos tiene una premisa que, si bien ya ha sido explorada muchas veces antes en el cine mexicano, es la inocencia, con la que el director y los protagonistas retratan la historia lo que la hace entrañable. 

Lucía (Martha Reyes Arias), junto a sus hijos Max (Maximiliano Nájar) y Leo (Leonardo Nájar), de 8 y 5 años, ha viajado a Albuquerque desde México con esperas de mejorar sus vidas. Mientras Lucía trabaja todo el día, Max y Leo pasan los días jugando en casa y explorando el nuevo barrio del motel en el que están viviendo. 

Fotograma de Los Lobos de Samuel Kishi. Foto: cortesía.

Todo está contado desde la perspectiva de los niños, quienes con su mirada inocente, la incertidumbre y curiosidad características de su edad, exploran el día a día inventándose personajes en su cabeza, jugando para no aburrirse y topándose con personajes a la vez tan extravagantes pero que se sienten demasiado cercanos. 

Tiene un formato que deambula entre el documental y la ficción, lo cual la hace un experimento interesante y nos hace sentirla muy cercana y que acentúa la temática de una realidad de miles de personas que viven en el país vecino persiguiendo el sueño americano, y que con los gobiernos de los últimos años es un tema que ha estado más y más en conversación.  Pero a su vez, contiene segmentos animados que se contraponen a estas imágenes más sórdidas, haciendo el juego de texturas bastante interesante.

La química entre los protagonistas es innegable, Martha hace un trabajo muy entrañable como madre soltera y los niños, al ser hermanos en la vida real, dominan los diálogos y las expresiones sin ningún tipo de complicación. 

Por su estética y su temática, compararla con The Florida Project (2017) de Sean Baker es imposible, ambas tratando un sector de la sociedad invisibilizado y marginado cuyos protagonistas sobreviven gracias a su imaginación, donde además también conviven un motel y la temática de Disney;  sin embargo, prefiero pensarlas como películas hermanas, cada una con su encanto propio.

Los Lobos tendrá una narrativa sencilla, pero es bastante honesta; con ella el director no busca hacernos sentir lástima de los personajes, ni los retrata como víctimas sin esperanzas, sino simplemente como seres humanos, lo cual hace que, como dije al principio, la película se sienta como un enorme abrazo para el espectador.

Texto: Abraham Mercado.

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