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Las niñas bien: juegos de tenis, Julio Iglesias y ladridos

¿Quiénes son las niñas bien? La directora y guionista Alejandra Márquez lo cuenta en esta película mexicana que ya pasó por los festivales de Toronto y Morelia. Aquí una opinión al respecto.

¿Ustedes saben qué es una niña bien? ¿qué lugares frecuentan las niñas bien? ¿qué clase de ropa usan las niñas bien? ¿qué comen? ¿a dónde van de vacaciones? ¿con qué se entretienen?

Imaginemos una cena de ricachones, todos con su copa de champán, vestidos caros y hablando de lo bien que se la pasaron en su último viaje a Europa. Los hombres de un lado, con sus puros y hablando de política o lo bien que les está yendo en sus empresas; del otro, las mujeres, chismeando sobre la amiga que no fue a la fiesta pero que igual es parte del grupo. Una burbuja donde la vida de todos parece ser perfecta y estar resuelta.

reseña de niñas bien
Ilse Salas protagoniza el filme de Alejandra Márquez.

El concepto de clasismo, racismo y demás ismos están muy en boca de todos de unos años para acá, estamos en unos tiempos muy woke donde está de moda darse cuenta de los propios privilegios y, más aún, recalcar los de los otros. Mucho es el arte que se ha hecho alrededor de ello, uno muy bueno, otro muy pobre en su diálogo, pero a fin de cuentas, existe.

En marzo se estrenó en salas mexicanas Las niñas bien, producción nacional que tuvo su debut mundial en el festival de cine de Toronto (TIFF) y la cual pudimos ver por primera vez en México durante el festival de Morelia (FICM). Pues bien, todos estos temas del párrafo anterior los trata esta película.

Es un tema trillado, que ya hemos visto mucho, ¿por qué habría de interesarnos? Pues bueno, la directora, Alejandra Márquez Abella, originaria de San Luis Potosí, toma como eje a Sofía (interpretada por Ilse Salas), que ve su mundo de lujos desmoronarse después de que su esposo Fernando (Flavio Medina) queda a cargo de la empresa en tiempos de la devaluación del peso en el gobierno de López Portillo. A la vez, Sofía se ve inmersa en un juego de máscaras con su círculo de amigas ricachonas. Todo un drama, parecerá.

Las niñas bien no tiene un arco narrativo concreto, ni los personajes tienen un objetivo fijo (la trama de la empresa sólo sirve para dar contexto a los personajes), sino que nos muestra viñetas de la vida de Sofía y situaciones que evidencian la fragilidad del mundo frívolo en el que se desenvuelve. Hace justicia al material en el que está basado el largometraje, un libro de Guadalupe Loaeza que recopila pequeñas crónicas sobre la clase alta mexicana.

Su narrativa es delicada y pausada, técnicamente increíble. La fotografía de Dariela Ludlow da una mirada al mundo de Sofía muy íntimo, aislandola del entorno, dejándola sola en paisajes grandes o haciendo muchos acercamientos a detalles de sus lujos, como si viéramos un comercial de perfumes o de tienda departamental. La música, igual de sutil, es un juego de coros, y palmas que guía la narrativa y no obliga al espectador a sentir.

Cuando se tratan este tipo de temas en el cine, es común caer en la sátira barata o tener una película aleccionadora; cuando tienes como protagonistas a personajes que de entrada son los villanos de la vida real, es muy fácil caer en estos dos. Esta película no tiene eso. Nos adentramos a la vida de esta tan odiada (o envidiada) clase social, pero sin sentir que trata de reivindicarlos o llevar su villanía a puntos unidimensionales. Les da problemas reales y hasta nos dan lástima, porque a fin de cuentas, Sofía y sus amigas solo son parte y víctimas del mismo sistema.

niñas bien película mexicana de alejandra marquez

Los diálogos son meramente conversaciones frívolas, sin contenido alguno, porque la directora (junto con las interpretaciones del reparto) dejan toda la interpretación y el subtexto a cargo de las expresiones y movimientos corporales. Podemos ver a Sofía diciendo que en la empresa todo está yendo de maravilla y ver en su mirada la urgencia por ocultar su desesperación. Ilse Salas hace un trabajo increíble, Flavio Medina también se luce en sus escenas; al reparto se unen Cassandra Ciangherotti, que siempre es un encanto verla y una carismática Paulina Gaitán.

Podríamos seguir hablando y hablando de esta película, pero es mejor verla y disfrutar de esta joyita del cine actual mexicano.

Texto: Abraham Mercado.

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